La literatura científica confirma una asociación inversa entre un consumo alto de frutos secos y las enfermedades cardiovasculares, pero también sobre otras dolencias
El consumo de frutos secos y semillas ha formado parte de la dieta de la humanidad desde hace milenios. Actualmente, la ingesta de almendras, pistachos o nueces se asocia con beneficios cardioprotectores al considerarse buenos reguladores. Al efecto protector que ese tipo de alimentos tiene frente a esas enfermedades, se suma su impacto positivo sobre otro tipo de afecciones. “Además del ámbito cardiovascular, podemos nombrar el respiratorio, así como obesidad y diabetes -principales causas de riesgo cardiovascular-, incluso cáncer. Sin embargo, no hay que olvidar que los frutos secos y semillas aportan compuestos, como los derivados del ácido fítico, que podrían reducir la absorción de algunos nutrientes esenciales en el tracto gastrointestinal”, explica Moisés Laparra, responsable del Grupo de Inmunonutrición Molecular del Instituto IMDEA Food.
