La perspectiva que tienen los niños y adolescentes con cáncer sobre su enfermedad ayuda a médicos y profesionales sanitarios a mejorar la atención que reciben.
¿Cómo explicaría un niño de siete años qué es la neutropenia? Salvador lo hace tirando de dibujos. A punto de cumplir ocho -“el 27 de marzo”, puntualiza- ha vivido un diagnóstico de cáncer, y sabe de primera mano cómo puede interferir en la vida tener bajo el nivel de neutrófilos. Relata con sus trazos dónde se encuentran los glóbulos blancos en la sangre, “que nos defienden de las bacterias” y cómo la quimioterapia puede hacerlos desaparecer y llevarle a una condición de “neutropenia”, pronuncia con claridad. “Sin esos glóbulos blancos, las bacterias pueden entrar en nuestro cuerpo, y enfermamos. Para evitarlo, necesitamos lavarnos las manos, mascarillas, batas, guantes y alcohol”. Lo que menos le ha gustado de su proceso terapéutico ha sido el aislamiento, “porque no podían visitarme muchos amigos”.