Elena, paciente de covid persistente: “Ahora me limito a sobrevivir”

Fue hace dos años cuando Elena Hervás se contagió, por tercera vez, de coronavirus. Ésta ocasión fue distinta a las anteriores. El rastro que le dejó el virus, lejos de borrarse, sigue ahí. Tiene covid persistente, una enfermedad que la ha obligado a asumir que ya no volverá a ser la de antes. “Ahora me limito a sobrevivir”, asegura.

 

En una entrevista con EFEsalud, Elena, de 44 años, relata cómo es su día a día como paciente de covid persistente, una enfermedad heterogénea y muy amplia, con más de 200 síntomas, que puede afectar a cualquier órgano del cuerpo. Ella nos advierte de que puede que se trabe durante la conversación porque, de vez en cuando, se le olvidan las palabras, es una de las secuelas de la patología, la neblina mental.

En España no hay un registro de pacientes, pero las estimaciones apuntan a que hay alrededor de dos millones de personas con covid persistente.

“Empecé a notar que no me concentraba”

Fue en septiembre de 2023, cuando Elena se contagió de covid, el día de su cumpleaños. Era la tercera vez y aparentemente se recuperó a los pocos días, aunque “fue muy aplastante y dura”. Ya no tenía fiebre ni mucosidad y tampoco le dolía la garganta, así que se reincorporó a su puesto de trabajo, como asistente ejecutiva en una multinacional.

“Empecé a notar que no me concentraba y yo siempre había tenido mucha facilidad para hacerlo”, cuenta la mujer.

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Elena, paseando con su perro Pepe. FOTO EFEsalud/BPC

“Llegaban las dos de la tarde y no había podido hacer casi nada. Empecé a plantearme si había terminado mi etapa en la empresa, si me pasaba algo psicológico. También comencé a estar muy cansada, si no me echaba una siesta, que jamás me las había echado, no podía ni ir a recoger a mis hijas al colegio”, señala.

Además, tenía con frecuencia infecciones de orina, casi cada diez días, y olvidaba las cosas. “Me ponía a cocinar, que es mi mayor hobby y de repente se me caían las cosas de las manos y no sabía si había puesto los ingredientes de la receta”, añade Elena.

Los fallos cognitivos se sucedían pero le coincidieron en el tiempo con el inicio de un tratamiento “bastante severo” para otras patologías que sufre, por eso los médicos pensaron que los síntomas podían ser efectos secundarios de esos fármacos.

Peregrinaje y diagnóstico

“Durante tres meses se confundió todo. Fue una procesión de consulta en consulta y algunos me miraban con caras extrañas. Otros tenían nociones pero ninguno identificó directamente que estaba relacionado con la covid. Me sentí muy sola, incluso empecé a plantearme que era algo psicológico y que me lo estaba inventando”, lamenta durante la entrevista, en su casa en una localidad al norte de Madrid.

Fue en la consulta de un otorrino a la que había ido con su hija quien “le dio la clave”. Le recomendó un neurólogo, quien le dijo: “bienvenida al club, veo diez personas al día como tú, tranquila, va a ser un poscovid (covid persistente), pero vamos a descartar otras patologías”.

Una vez descartadas otras enfermedades, el especialista le describió los síntomas que podía tener y los cumplía todos, incluso la alertó de otros que podría padecer en un futuro y así ha sido.

“Con la medicación de ahora -ha probado dos anteriores- ha mejorado el nivel de energía, ya no me tengo que echar durante dos o tres horas, pero a nivel cognitivo no soy ni la mitad de lo que era (…) Estoy haciendo rehabilitación cognitiva también, todo lo que me van diciendo, lo hago. Todo lo costeo yo y al final es carísimo”, afirma Elena.

Lleva más de un año de baja, no ha podido incorporarse de nuevo a su trabajo porque, además, hace unos meses se cayó por las escaleras de su casa. Era la segunda vez que le pasaba.

“Para mí, lo ideal es recuperarme y volver a trabajar, quiero estar como estaba antes, pero ahora mismo no podría”, reconoce la paciente a causa del covid persistente.

Incompresión

Y es queesta paciente con covid persistente ha tenido que bajar “muchísimo el ritmo”, algo que sus hijas pequeñas no han terminado de entender, tampoco su círculo, desde su marido, hasta su padre o amigos, que lo primero que la decían era que tenía que salir para animarse un poco o algunos le decían que “a ella le pasaba todo”.

Antes trabajaba, recogía a sus hijas del colegio, las llevaba a extraescolares, hacía la cena, la compra y pensaba en planes para el fin de semana. Ahora es imposible.

“Ahora me limito a sobrevivir (…) He asumido que tengo que hacer el 25 % de las cosas que hacía pero intento cuidar ese 25 % que me queda y he asumido que ya no va a volver a ser como antes”, admite Elena, quien forma parte de la Asociación Madrileña de Covid Persistente (AMACOP).

Ella no ha perdido la esperanza, es optimista, porque tiene días mejores y otros que se tiene que acostar a las siete de la tarde: “como sí he conseguido un pequeño margen, soy positiva, con la investigación y los derechos que vayan surgiendo y con la medicación espero ir avanzando poco a poco”.

Reivindica para los pacientes de covid persistente que se les reconozca como una enfermedad incapacitante, para que así los enfermos como ella puedan tener ciertos derechos “porque la vida, de repente, se te corta”. “Y si hay una ley o alguna otra norma que lo respalde lo tendremos más fácil”, reclama Elena.

 

(Publicado en EFE SALUD el 5 de marzo de 2025.)

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