Un metanálisis indica que el uso de tecnología digital (móvil, ordenador, tableta) puede estar asociado a un menor riesgo de deterioro cognitivo en personas mayores de 50 años.
La primera generación de personas expuesta al uso cotidiano de la tecnología digital (ordenador, móvil, tabletas, entre otros) se acerca a una edad en la que la demencia pueda empezar asomar sus primeros signos. Tras años de contacto diario con estos dispositivos, ¿se acentúa el riesgo de deterioro cognitivo? O, por el contrario, ¿el uso regular de este tipo de tecnología favorece el rendimiento cognitivo mejor de lo esperado?
Para averiguarlo, los neurocientíficos Jared F. Benge, de la Universidad de Texas, en Austin, y Michael K. Scullin, de la Universidad Baylor, en Waco, realizaron un metanálisis en el que se incluyen datos de 411.430 adultos de todo el mundo.
Su principal conclusión, publicada en Nature Human Behaviour, es que no hay pruebas que apoyen la hipótesis de la demencia digital, y sí, en cambio, una asociación del uso de ciertas tecnologías a menor riesgo de deterioro cognitivo.
La investigación ha utilizado 57 estudios publicados que investigaban el uso de la tecnología digital en individuos con una edad media de 68,7 años.
El uso de la tecnología digital –definido por los investigadores como el empleo de un ordenador, un teléfono inteligente, internet o alguna combinación de los tres– se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo en las poblaciones adultas de estos estudios longitudinales que, por término medio, presentaban un periodo de seguimiento de 6,2 años.
Además, de forma destacada, este resultado no podía explicarse por factores demográficos, socioeconómicos, de salud o de estilo de vida aislados.
La hipótesis de la reserva tecnológica, que se confirma en este metanálisis, “postula que el uso de las tecnologías digitales favorece unos resultados cognitivos mejores de lo que cabría esperar en función de la edad, la lesión cerebral o el estadio de la enfermedad”, según escriben los autores.
Estos resultados no proporcionan una explicación de los mecanismos causales que subyacen a la asociación entre el uso de la tecnología digital y la salud cognitiva. No obstante, Benge y Scullin plantean en su estudio tres posibles vías que podrían vincular la participación digital con mejor cognición: “la estimulación cognitiva compleja, la conexión social y las conductas compensatorias”.
¿Crucigramas ‘online’?
Detallan que desde hace tiempo se sabe que participar en actividades cognitivamente complejas mejora los resultados cognitivos con la edad, “una noción que está en el centro de las teorías de reserva”. En el metanálisis identifican 21 estudios donde se comparaba el uso de la tecnología con otras actividades potencialmente protectoras desde el punto de vista cognitivo, como la lectura, los juegos y rompecabezas, las manualidades, la música y las actividades sociales. En estos estudios, las actividades digitales se clasificaron como comparables o más fuertemente asociadas con resultados cognitivos positivos que otras actividades.
¿Por qué? Los autores especulan con la posibilidad de que la exposición a la tecnología produzca una estimulación cognitiva «más dinámica que la exposición analógica”. A modo de ejemplo, indican que tanto los crucigramas en papel como los juegos de palabras digitales implican el uso de información compleja desde el punto de vista cognitivo (el crucigrama), pero la exposición digital también supone «enfrentarse a interfaces de hardware/software en evolución que cambian de aspecto y funcionamiento con el tiempo, solucionar problemas del dispositivo o de conectividad a internet y filtrar distracciones (por ejemplo, mensajes de texto, anuncios)”. En definitiva, requiere resolver más tareas.
No obstante, matizan que no todos los programas de inclusión digital han observado este patrón, “lo que indica la necesidad de estudios mecanicistas para comprender mejor los procesos precisos que exigen los diferentes tipos de exposición a la tecnología, lo que podría servir de base para intervenciones específicas con un emparejamiento riguroso de los grupos de control”.
Más conectados, más sanos
Respecto a la influencia del factor de conexión social, los científicos señalan que también está bien documentada su influencia (y a la inversa, la del aislamiento) en una adecuada función cognitiva de los adultos. “Un estudio de nuestra revisión sistemática indicó que los beneficios cognitivos del uso de internet eran mayores en los adultos mayores que vivían solos. Sin embargo, los estudios revisados sobre el uso de los medios sociales y los resultados cognitivos en adultos mayores mostraron resultados mixtos (no significativos en el análisis agrupado), lo que puede reflejar que las actividades sociales digitales pueden coincidir con una disminución de las actividades sociales cara a cara”.
Con estos datos, concluyen, “es necesario seguir trabajando para comprender cómo, cuándo y para quién beneficia la conexión social digital al bienestar y la cognición”.
Compensación
En cuanto a las “conductas compensatorias”, es posible que la tecnología contribuya con un “andamiaje digital”, una red de protección, que compensa la disminución de la función cognitiva asociada al envejecimiento. Es el caso, por ejemplo, de las aplicaciones que recuerdan determinadas tareas, como tomar el medicamento a una hora fija. Una hipótesis comprobable, por tanto, es que un entorno enriquecido con tecnología proporciona ese andamiaje que “permite a los individuos con deterioro cognitivo leve mantener la independencia durante más tiempo para algunas actividades, retrasando la conversión diagnóstica a demencia o mitigando de otro modo el impacto de los deterioros cognitivos en el funcionamiento cotidiano”, exponen.
“A medida que la práctica clínica siga avanzando hacia un enfoque individualizado y de medicina de precisión, será necesario que este campo identifique para quién y durante cuánto tiempo es eficaz este andamiaje digital”.
Aliado para la estimulación
Lucrecia Moreno Royo, catedrática en el Departamento de Farmacia de la Universidad CEU Cardenal Herrera, expone a SMC España que los principales hallazgos del trabajo están “totalmente alineados con un artículo que publicamos nosotros en 2021 y que es uno de los que el metanálisis ha utilizado para realizar el estudio”.
En este trabajo se concluía que el uso diario de internet puede ralentizar el deterioro cognitivo en pacientes mayores de 50 años con quejas subjetivas de memoria, los fallos de memoria que percibe un individuo en su vida cotidiana, y que puede ser interpretada como una señal inicial de alteraciones cognitivas más avanzadas
Para la profesora, “las implicaciones para el mundo real pasan por el uso de la tecnología como estimulación cognitiva, claramente”.
