Cleptomanía: ¿trastorno impulsivo o compulsivo?

Los dos trastornos se dan en los pacientes afectados, y hay que diagnosticarlos con precisión para poder orientar mejor el tratamiento.

 

La cleptomanía puede parecer un trastorno psicológico relativamente fácil de diagnosticar pero un estudio del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y el Hospital Universitario de Bellvitge, en Hospitalet de Llobregat, Barcelona, revela que no lo es, y sugiere que hay que hacerlo con precisión porque la buena orientación del tratamiento depende de ello.

El trabajo, publicado en Scientific Reports, de Nature, describe por primera vez, en base a una amplia muestra de mujeres (150, con una edad media de 42 años), que la cleptomanía es un trastorno impulsivo (conducta que el paciente no puede controlar) y al mismo tiempo compulsivo (comportamiento que se hace de forma reiterada para aliviar un malestar emocional).

Hay que partir de la base de que en este trastorno mental particularmente estigmatizado la persona afectada no puede resistirse al impulso de robar un objeto que no necesita para su uso personal ni le va a aportar una ganancia económica. Justo antes de esa acción siente una tensión o malestar emocional que va subiendo y que, al ejecutarla, obtiene un breve placer, satisfacción o alivio, que a menudo va seguido de sentimientos de culpabilidad y/o vergüenza. Es decir, el objetivo de la conducta no es la posesión del objeto.

Suele presentarse con comorbilidades como los trastornos de la conducta alimentaria o el abuso de sustancias tóxicas, que agravan la situación del paciente y reducen significativamente el éxito del tratamiento, de acuerdo con información del Idibell.

Se calcula que lo sufre entre el 0,3 y el 2,6% de la población (del 4 al 24% en casos de robos) y que 3 de cada 4 pacientes son mujeres. Pero es posible que el porcentaje de afectados sea muy superior al estimado puesto que, debido al estigma, no todos acuden a un especialista a pedir ayuda.

Tradicionalmente, la cleptomanía se ha considerado un trastorno impulsivo y se ha tratado como tal, pero algunos investigadores habían sugerido, a nivel teórico, aspectos propios de un trastorno de tipo compulsivo. Esto es justo lo que ha confirmado el trabajo del Idibell y el Hospital de Bellvitge, que dispone de un Servicio de Psicología Clínica que dirige Susana Jiménez-Murcia, referente nacional en juego patológico y adicciones conductuales.

Dos trastornos bien diferenciados

La conclusión del trabajo (el doble trastorno) es relevante porque, a diferencia de la impulsividad, con la que el paciente no puede controlar ciertas conductas a pesar de ser consciente de los daños que conllevan, en la compulsividad existe la sensación de estar obligado a realizar una acción de forma persistente y repetitiva, aunque después no aportará ningún beneficio. Y en la impulsividad, la conducta busca la gratificación inmediata, mientras que en la compulsividad el objetivo es aliviar un estado de tensión, un malestar emocional, aclara el Idibell.

Los autores ha analizado todo tipo de datos (sociodemográficos, clínicos, psicológicos y psicopatológicos, de personalidad y de impulsividad) que aportan información valiosa sobre los perfiles psicológicos asociados a la cleptomanía.

Tener en cuenta toda la complejidad

Con ello, han observado que hay pacientes con cleptomanía pura y otras con cleptomanía más trastornos de la conducta alimentaria que muestran perfiles “más disfuncionales a todos los niveles”. Al comparar los dos grupos, se evidenció que: las pacientes con cleptomanía más trastorno de la conducta alimentaria (anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón y otros) tienden a mayor impulsividad, y las que solo sufren cleptomanía, presentan más tendencia a la compulsividad. “Esto confirma que la cleptomanía debe tenerse en cuenta en toda su complejidad compulsiva-impulsiva, incluyendo los aspectos individuales de cada paciente y también la presencia de comorbilidades”, según las autoras del trabajo.

«Los psicólogos clínicos normalmente diagnosticamos la cleptomanía de forma indirecta en pacientes que ya están en tratamiento psicológico por otros trastornos. Los pocos casos que buscan ayuda proactivamente suelen hacerlo forzados por su entorno cercano o por cargas judiciales, pero no por motivación propia, ya que suelen tener miedo al estigma que arrastra», ha indicado Jiménez-Murcia, también investigadora del Idibell, que ha liderado este estudio. “Todo esto hace que el diagnóstico y el tratamiento de la cleptomanía lleguen demasiado tarde y no sean óptimos», ha añadido

El tratamiento convencional para la cleptomanía es la terapia cognitivo-conductual, con el objeto de aumentar las estrategias de autocontrol. Esta terapia la han seguido las pacientes de la muestra del estudio, pero Lucero Munguía, psicóloga clínica de Bellvitge e investigadora en el Idibell y primera autora del estudio, propone: «Se podrían tener en cuenta otras opciones como la terapia de exposición y prevención de respuesta, utilizada para el trastorno obsesivo-compulsivo, y combinarlo con el entrenamiento del control inhibitorio y de la regulación emocional«.

Esta estrategia, a su juicio, sería «especialmente beneficiosa en aquellos casos con comorbilidades como los trastornos de conducta alimentaria o las adicciones comportamentales. En algunos casos, ya estamos implementando algunas técnicas innovadoras como los serious games, unos videojuegos especialmente diseñados para mejorar las habilidades de regulación emocional”.

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Las investigadoras Susana Jiménez-Murcia y Lucero Munguía. Foto: IDIBELL.

Falta investigación…y concienciación

Munguía ha confirmado a este diario que la cleptomanía es un trastorno particularmente complejo y, a pesar de ello, poco estudiado. “Hay una necesidad grande de conocerlo mejor y de tratarlo mejor”, ha declarado.

Y ha lamentado que, a causa de su estigmatización, las personas afectadas no piden ayuda. Algunas llegan a la consulta por un trastorno depresivo y es entonces cuando expresan que tienen cleptomanía.

La psicóloga clínica considera que este estudio permite, al mismo tiempo, divulgar y crear conciencia social sobre este problema, para que sea visto con el “respeto y la sensibilidad” que merecen los afectados. Y ha criticado que casos de personajes famosos afectados no se hayan tratado de forma adecuada; “no sabemos el sufrimiento de la persona”.

Insta a que, ante la sospecha, se acuda a atención primaria para que derive a especialistas (servicios de psicología clínica hospitalarios, centros de salud mental) y defiende que cuantos más pacientes consulten por ello más se podrá investigar el problema y tratar de mejorar su tratamiento. “Hay que seguir apostando por la salud mental”, ha concluido.

***Artículo publicado en Diario Médico el 18 de abril de 2025.

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