En el Día Mundial del Cáncer

Hoy se celebra el Dia Mundial del Cáncer, una fecha que muy pronto nos sensibiliza porque la palabra «cáncer» nos sobrecoge por sí misma, y nos hace más sensibles y más humanos si cabe.

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Fotografía: http://www.alibir.org

En esta edición, la apuesta es evidente, y si siempre la palabra es la misma, en este año, la palabra clave vuelve a tener más fuerza que nunca, y vuelve a estallarnos en nuestros oídos y en nuestra cabeza con más rotundidad que nunca: investigación.

Sí, ésa es la clave. La investigación. A lo largo del año del 2020 hemos comprobado hasta qué punto el hombre es vulnerable y sin darse cuenta, pueden sucumbir todas sus estructuras sociales: una ciudad, un país, e incluso un continente… fruto de una pandemia devastadora, cruel, imparable y, sobretodo, totalmente desconocida. Y es en este momento cuando nos hemos dado cuenta de nuestra vulnerabilidad y de nuestra fragilidad, porque todo se nos pone patas arriba y se nos caen todos los argumentos como se escurre el agua entre los dedos.

Habría mucho que decir acerca de la gestión de esta pandemia. Ya he escrito al respecto aquí, y lo volveré a hacer. Pero hoy no toca, que decía alguno. Lo cierto es que todos, en una medida u otra, nos hemos reinventado para adaptarnos a esta nueva realidad, priorizando, por encima de todo, que nuestro entorno más próximo, y también más lejano, se encuentre bien e inmunizado ante el virus, porque todos, en un elevadísimo porcentaje, nos hemos visto sacudidos por esta pandemia.

Y es en este momento, cuando la comunidad científica y sanitaria se están dejando la piel, el alma y hasta la vida por encontrar respuestas válidas y contundentes con más prontitud que el virus pueda hacer de las suyas y mostrar la peor de sus fauces. Es en ese preciso instante, cuando ese colosal ejército de héroes y heroínas anónimos han levantado la voz reclamando más espacio y tiempo, repleto hasta arriba de medios económicos, materiales y humanos, para otro colectivo inmenso: los pacientes crónicos. Los grandes olvidados de la pandemia del Covid.

Entiendo perfectamente que ante una pandemia de estas características, las prioridades son las que son, pero resulta totalmente inaceptable que se deje a este colectivo a la deriva como un cayuco a la merced de las aguas del Mar Mediterráneo.

Un paciente, sea de la patología que sea, siempre demanda una respuesta, especialmente si se ve acechado por una enfermedad a la que, desgraciadamente, la industria farmacéutica ya no tiene réplica para él, y se ve a merced de la investigación. Por esta razón, la apuesta por la investigación es imprescindible, tanto desde el sector público como desde el privado; es más, las alianzas público privadas en la investigación han dado buenos resultados. Cualquier ecuación puede ser válida porque los pacientes crónicos quieren respuestas, y necesitas soluciones eficaces, y quieren alejarse de cualquier batallita estéril con ingredientes de intereses creados.

En el centro de este colectivo de pacientes crónicos, se encuentran los enfermos oncológicos que, como los demás, pelean a diario –desde casa o desde el hospital-, con el apoyo inquebrantable de sus familias y de sus equipos médicos y de enfermería. Todos, en mayor o menor medida, más cerca o más lejano, hemos conocido a alguien que ha recibido el arpón del cáncer, y todos somos conscientes de lo difícil que es ganar esta batalla, pero a la vez, sabemos que la voluntad por ganar “la guerra” es más fuerte que cualquier otra voluntad.

Según Naciones Unidas, «El cáncer de mama se ha convertido en el más común a nivel mundial, sobrepasando al de pulmón, que durante más de 20 años fue el más extendido y mortal.  El año pasado se diagnosticaron en el mundo más de 19 millones de casos de cáncer y diez millones más perecieron. Los datos indican que el 20% de la población padece algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. La enfermedad es la segunda causa de muerte».

Estos datos son suficientes para hacernos parar en seco, detenernos, y pensar qué estamos haciendo bien y en qué estamos fracasando. Es evidente, que depende de la globalización, dado que según la Organización Mundial de la Salud,  «la tardanza y falta de acceso a diagnósticos y tratamientos asequibles que imperan, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios, se han agudizado durante la pandemia de COVID-19». Éste es el ejemplo más evidente de lo que vulgarmente llamamos países ricos y países pobres.

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Fotografía: @20m

Pero volvamos al tema que nos ocupa. En España, junto a la palabra cáncer, se unen dos nombres que están estrechamente unidos, y que no se sabe muy bien en dónde empieza esa fusión que no tiene final. Me refiero a la bióloga Maria Blasco y el CNIO, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Dos nombres intrínsecamente unidos, porque la bióloga que dirige el mayor, y mejor, centro en investigaciones oncológicas que tenemos en España, son un único ente que, como decía antes, se está dejando la piel y el alma por ganar la batalla al cáncer. Sus equipos multidisciplinares de investigación están trabajando en diferentes campos para dar una respuesta contundente a las enfermedades oncológicas.

El pasado mes de septiembre María Blasco dijo: “No debemos olvidar que la solución a los grandes retos pasa por la investigación”. Una llamada más que evidente a la investigación, porque un país sin una apuesta firme por la investigación, es un país mucho más pobre y con muchos menos recursos.

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Fotografía: @CNIOStopCancer

La investigación crea riqueza, más allá de la obligación que tenemos de dar respuesta al colectivo de pacientes crónicos. Urge, por tanto, un gran pacto nacional por la ciencia, en el que no sólo esté la comunidad científica y las diferentes administraciones públicas, sino que debería estar también el sector privado. Apostar por la ciencia es apostar por la vida y por la riqueza, y por una sociedad más justa y más humana. La consejera de Sanidad de Castilla y León ha manifestado que “hay que apostar por la investigación, no solo biomédica, también en lo digital y en organización del sistema”. Es la voz de un médico reconvertido a político que ha visto cómo desde la esfera política el prisma de la esfera sanitaria y científica se ven con otros ojos. Por cierto, comparto íntegramente sus palabras, porque apostar por la investigar, es generar riqueza, crear empleo… Lo que ahora algunos manosean tanto esa expresión de “hacer país”. Pues eso. Pero decentemente, claro. No como ellos.

Hoy es el Día Mundial del Cáncer. Es el momento de reivindicarel papel que juegan las familias en el trámite de la enfermedad, sea leve, crónica, o del tipo que sea. Un papel silencioso, imprescindible, invisible y absolutamente necesario. Pero no sólo en los enfermos oncológicos, que por supuesto, es tan necesario, sino en todo tipo de enfermedades sin distinciones de ninguna clase.  Las familias son un bastión absolutamente indispensable y que requiere todo el cariño, respeto, admiración y comprensión.  Un enfermo sin su familia es un ser desvalido y perdido. La familia es la piedra angular en el proceso de la enfermedad, sea la que sea.

Quiero que mis líneas finales sean para Elsa. Elsa es Elsa. Quiero que sirvan para enviarle mi respeto, comprensión y cariño. De repente su vida se ha puesto patas arriba. Ella, que se comía el mundo a bocados, y que cruzaba a nado el Atlántico para volver a España saltando de nube en nube, de repente, ¡zas!, todo se ha descompuesto. Ella, aún no lo sabe, porque no se ha dado cuenta pero desde hace varias semanas cada día viste una capa, en la que se lee “Superheroína”. Cree que está en medio de una tormenta torrencial, y está perdida en el bosque… pero no se da cuenta de aquello que dijo en su día el malogrado Manolo Preciado: «Mañana saldrá el sol». Y ya lo creo que saldrá el sol… porque ella ya forma parte de esa legión de héroes y heroínas anónimos que, a diario, luchan para ayudar a los suyos para ganar batallas como el cáncer, cualquier enfermedad crónica o, como en el caso de Elsa, un cóctel de la edad y la Covid.  Elsa es valiente y fuerte, aunque ella no lo crea. Y puede con esta situación y con mil más., porque ha peleado en batallas para aburrir, y todas las ha ganado. Sólo necesita, como otras muchas familias, un buena pócima de nuestro cariño, comprensión y apoyo. Ahí te va. Ahí os va. Hoy y siempre. Ella es muy valiente, y el resto de familias también lo son. Sólo necesita abrir el  tesoro que tiene en sus manos , aunque no lo vea: el cariño de todos los que estamos a su alrededor.

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