Uno de cada diez niños en el mundo nace antes de completar las 37 semanas de embarazo. Quizás sería bueno preguntarse en qué condiciones medioambientales, laborales, o sociales han llegado hasta aquí. Pero hoy nos centraremos en otra área de los niños prematuros.
La prematuridad se ha convertido en la principal causa de muerte infantil y de discapacidad a largo plazo.
Los niños (y las niñas) prematuros son atendidos en las Unidades de Cuidados Intensivos neonatales. En esto hay otra cuestión no menor. Se trata del diseño arquitectónico de las propias unidades de cuidados intensivos, dado que este diseño influye en el comportamiento de los profesionales sanitarios y de las familias, especialmente de los padres. Además, condiciona el entorno sensorial del prematuro, lo que afecta a su neurodesarrollo en un momento de máximo crecimiento cerebral.
Los ingresos prolongados en estas unidades provocan, lógicamente, una separación antinatural de la familia. Pero la evidencia científica nos demuestra que la medida neuroprotectora más efectiva es el contacto continuado con la madre. Ha quedado probado que la participación de las familias en los cuidados intensivos neonatales mejora la lactancia materna, el desarrollo neurológico del neonato. También reduce el estrés y la ansiedad de los padres en un momento vulnerable. Pero la participación familiar en estas unidades viene condicionada por dos elementos clave: por un lado, la formación de los profesionales sanitarios, y, por otro, la arquitectura de la propia unidad de neonatos.
Hace años, la arquitectura original de las unidades neonatales imitaba la distribución de las ferias comerciales donde se vendían incubadoras. Nos referimos a una distribución que pasaba por salas abiertas para abiertas para varios pacientes, en donde las familias no tenían espacio alguno.
La promoción de la familia en estas salas ha ido ocupando una transformación paulatina, convirtiéndolas en espacios más abiertos en los que la familia ha ido ganando protagonismo.
A pesar de las investigaciones científicas, hasta hace poco no existían datos en España sobre la arquitectura de las unidades neonatales, ni tampoco de su impacto en la participación familiar. Con este objetivo en mente, un equipo de investigadores en arquitectura y neonatología de la Universidad Politécnica de Madrid y del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario 12 de Octubre decidieron arrancar un estudio a este respecto.
En España, la mayoría de las UCIs (alrededor de un 87%) están distribuidas en las tradicionales salas abiertas donde atienden a varios pacientes. Alrededor de la mitad de este porcentaje, tienen por lo menos un box individual (con capacidad para una incubadora, pero no para la estancia de los padres). Sólo una minoría de estas unidades (alrededor de un 13%) dispone de habitaciones familiares para que los padres puedan alojarse junto a su bebé.
En algunas unidades sin habitaciones familiares, a los padres se les ofrece la posibilidad de alojamiento fuera de la unidad, dentro de un hotel o en un hotel.
Si hablamos de otras comodidades, observamos que en más de la mitad de las unidades los familiares disponen de una sala donde comer y tienen una ducha disponible. En el 40 % de las unidades se sirve comida al menos a uno de los progenitores para que no tenga que salir de la unidad.
Además de la distribución, otro dato a considerar es el tiempo que esa unidad lleva funcionando; es decir, su año de inauguración y el de su última reforma. Se ha observado que existe una tendencia al alza en la renovación de unidades, aunque algunas de ellas todavía mantienen su diseño original. Este aumento en el número de unidades que se van renovando se puede deber a que el diseño original limita la incorporación de los familiares en la unidad.
Esta implicación pasa por una importante presencia de la familia en aspectos relativos a la seguridad del paciente, en el manejo del oxígeno, en la alimentación por sonda nasogástrica y en que los hermanos/as también practiquen el cuidado canguro con el neonato.
Este estudio ha permitido tener una ‘fotografía’ actual de la situación arquitectónica y relacionarla con la participación familiar en las UCI neonatales españolas. Las conclusiones son importantes. Demuestran, por ejemplo, que en las unidades con habitaciones familiares hay una mayor participación de la familia.
Pero también hay que tener en cuenta que muy probablemente hayan sido los propios centros hospitalarios quienes han tenido financiación para la construcción de habitaciones familiares, los mismos que han tenido más oportunidades de desarrollar prácticas orientadas a la participación familiar. Por esta razón no es solamente la habitación la que produce una mayor participación, sino el empeño de los profesionales sanitarios y el respaldo de sus instituciones.
Investigaciones conjuntas entre profesionales de la arquitectura y de la salud como ésta aportan una visión multidisciplinar que puede influir directamente en la calidad y equidad de la asistencia sanitaria. Y, en este caso, mejorar la calidad de vida de los neonatos.

Gracias. Exacto. Hay que cuidar bien a nuestros bebés especialmente aquellos que traen algún problema de salud.
Unidades muy necesarias…