El mundo asociativo es un mundo cuando menos sorprendente, y, a veces, con demasiada frecuencia, te tropiezas con situaciones surrealistas que van embadurnadas de una gran dosis de desconocimiento y endogamia casi patológica.
Esto sucede principalmente en el sector de las asociaciones de pacientes y en las asociaciones culturales, especiales las literarias, cuyo ego de sus miembros es estratosférico.
Pero esta endogamia es grave y peligrosa, porque hace que sus puertas hacía el exterior se cierren en sí mismas, que se articulen sobre sus propias estructuras y todo gire en torno a ellas sin darse cuenta que hay vida afuera. Como entidades sin ánimo de lucro no pueden vivir aisladas a todo contexto que no sea el suyo propio. Tienen una obligación social, y lógicamente una Responsabilidad Social Corporativa que deben cumplir obligatoriamente, y que les auto exige, aunque en muchas ocasiones no lo cumplan, a interrelacionarse, y a llevar a cabo acciones en coordinación con otras entidades del tipo y la condición que sea. En resumen, una ONG no es un ente aislado que vive apartado de toda la sociedad, y solo interactúa con los suyos. Eso no es sano, ni es positivo porque no sólo cierra puertas en vertical, sino que socialmente la posiciona en un lugar totalmente depauperado.
Las asociaciones están obligadas a interactuar con otras asociaciones, con otras entidades, del tipo y condición que sea, aunque sus objetivos apenas coincidan. De la suma de las sinergias, pueden florecer proyectos interesantes que, de forma individualizada y mirando continuamente hacía dentro, no tendrían futuro jamás.
Si una entidad quiere proyectarse, tiene que caminar de la mano de otras, y viceversa. Nunca la soledad es buena compañera de viaje para nadie, menos en el sector asociativo.
Y las asociaciones, especialmente las de escritores, tienden mucho a desoir a los profesionales de la comunicación para “hacer las cosas a su manera”. No es una buena praxis, sobre todo, porque las asociaciones, todas en general, viven en un contexto social determinado, y, por tanto, no viven aisladas. En consecuencia, se deben inter relacionar con otras entidades o personas para sumar proyectos que, aunque a simple vista, haya pocos nexos en común, el tejido asociativo es el mejor ejemplo de que las voluntades hacen posible lo imposible. Pero hay que querer, escuchar a los profesionales y dejar los egos aparcados. Siempre.
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