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Haciendo balance…

Hay una buena amiga mía que siempre dice lo mismo: en la vida sumas o sobras. Yo añado que sumas o sobras en todos los planos. En el plano personal, en profesional, en el de la familia, en el del ocio… en cualquier aspecto de la vida. Y así, desde esta óptica, sabes de sobra con quien cuentas de verdad, en el día a día, y con quién no, y solo está a tu lado por su interés, y para ver qué consigue de ti.

Estamos en unas fechas en la que todo el mundo hace balance del año, de este horribilis año que termina mañana. Y yo, parafraseando a Raphael, voy a hacerlo «a mi manera».

En primer término, voy a agradecer públicamente a las doce personas que más han sumado a mi vida en este 2020, tanto en el plano personal como profesional, por un motivo o por otro. A las seis más han sumado, lógicamente, lo voy a explicar. Y a las restantes, no voy a explicarlo para no hacer un post “tipo biblia”.

Lógicamente este ranking lo encabeza una mujer que por sus venas corre una mezcla dulce de sportinguismo en estado puro y de amor a los libros y al mundo editorial; una mujer que es feliz con un libro en sus manos pero también ayudando a que un autor encuentre su camino, mientras con otro ojo permanece atenta al resultado de su equipo en el estadio de Enrique Castro, Quini-El Molinón. Efectivamente, me refiero a Covi Sánchez. Me resulta muy difícil hablar de Covi y de todo lo que me aporta en el día a día, dentro y fuera de la Asociación de Escritores Noveles. Muchas veces tener diferentes perspectivas de un mismo proyecto, no lo hace diferente. Al contrario, lo enriquece y lo fortalece. Pero lo importante es que exista una coincidencia común en la idea original del proyecto (como así sucede), y eso existe, con independencia de que luego el cuadro en su conjunto lo veamos desde diferentes ópticas. Y fuera de la asociación… es una historia muy larga de contar en tan pocas líneas. Sólo diré, como diría Manolo Preciado, «mañana saldrá el sol». O como diría mi madre, no hay tormenta que no escampe. El año 2021 creo que nos traerá buenas noticias.

En el segundo escalafón de este pódium se encuentran dos personas, una relacionada con la política y otra con el sector del protocolo, que al igual que Covi, se han convertido en imprescindibles en mi vida. Me refiero a Pablo González, portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular en la Junta General del Principado de Asturias, y Javier Carnicer, Jefe de Protocolo del Gobierno de Aragón. He puesto este orden, pero perfectamente podía haber sido al revés. Los dos se encuentran al mismo nivel de admiración, cariño, respeto, lealtad, confianza y aprendizaje en el día a día.

A Pablo González lo conozco hace varios años, y siempre lo he considerado un político íntegro, honesto, cabal, ‘que escucha’. Vuelvo a referirme a mi madre, «con la cabeza muy bien amueblada»… Cuando me tendió la mano, pude comprobar in situ, en el día a día, que mis pensamientos sobre él eran completamente ciertos.  y estoy –estamos-, ante un gran tipo como persona, pero sobre todo, ante un político de raza que le quita el sueño “su” Gijón y que le gusta más consensuar y sumar desde la moderación que aplicar lo que algunos llaman «más madera». Le agradezco infinitamente que haya confiado en mí para  sumar en el proyecto del PP de Asturias y en todo lo que pueda ser útil. Como le dije hace muy pocos días, espero que juntos sigamos pasando páginas a ese gran libro que compramos en marzo de 2017 y empezamos a leer conjuntamente en octubre de este mismo año.

Hablar de Javier Carnicer es sinónimo de protocolo, de ceremonial, de discreción y prudencia en estado puro, de respeto, de profesionalidad, de adaptación, de formación, de experiencia, de innovación, de no sé cuántas cosas más llevadas al terreno profesional. Pero no quiero ocuparme de ello ahora. Nos conocemos hace la friolera de treinta y muchos años, que se dice pronto. Y en él siempre he encontrado lo mismo: una amistad y un compañero inquebrantable –en este orden-, pero a la vez un aprendizaje continuo. Escucharle hablar es una continua lección magistral de protocolo y ceremonial sin final, que durante este 2020 ha quedado plasmado en los encuentros que los profesionales hemos  tenido cada martes en el Observatorio Profesional. He de reconocer que estaba deseando que cada martes tomara la palabra para escucharle, para analizar sus reflexiones, para aprender y, no lo negaré, para presumir de amistad, Es un referente nacional, orgullo para cualquiera de los que nos dedicamos a esto del “protoloco”, como él señalaba bromeando hace unos años. Es un profesional como pocos que respeta su profesión y todo lo que la rodea. Y tiene la virtud de adelantarse a los posibles acontecimientos y prever, así,  todos los escenarios posibles para que la palabra «error» o la expresión «ponerse colorado», como él mismo suele decir, no tengan espacio en su curriculum. Y no lo tienen. Estamos ante un profesional que juega en la Champion League del Protocolo a nivel nacional. Su formación, su trayectoria, sus méritos y, sobre todo, su forma de entender y gestionar el sector del Protocolo le avalan. Todo, absolutamente, todo lo que sé del sector se lo debo a él, porque, como decía, escucharle es una espléndida lección sobre la materia, siempre adaptada a las circunstancias y a la vida.

Hay personas que llegan a la vida de una personas (sea en el plano que sea), y se transforma en una relación plana, hueca, sin sentido. Apenas hay ningún vínculo más allá del estrictamente necesario. Sin embargo, otras personas llegan, conectan contigo y se establece tal vinculo de amistad que se convierten en imprescindibles. En esta lista de “mis imprescindibles” del 2020, hay otro nombre a destacar: Rodolfo Rubio, cuya relación profesional muchas veces traspasa a la esfera profesional. Rodolfo no sólo es un gran profesional de entornos informáticos, sino que además tiene dos cualidades que son indispensables hoy día: es muy buena persona y facilita el trabajo al cliente al máximo. Estamos ante un profesional que siempre está cuando se le necesita y cuando no se le necesita también está. Desgraciadamente, estas cualidades personales y profesionales escasean actualmente en muchas empresas. Esta actitud da calidad profesional a quien la ejerce y fortalece la RSC de la marca y de su CEO. Si me apellidase Alaiza, os aseguro que no dormiría la mitad de las noches del orgullo que tendría al tener un tipo así en mi empresa.  A su vez, estas cualidades convierten a Rodolfo en una persona imprescindible en la propia empresa y en su entorno profesional. La zaragozana Diaple Networking S.L. puede estar orgullosísima del trabajo de Rodolfo y, de cómo lidera el trabajo de los demás, coordinando, organizando, ejecutando… En resumen, poniendo en valor su trabajo para que el cliente esté satisfecho. Siempre. El éxito de una empresa, además de un buen producto, consiste en tener buenos profesionales que lo sepan poner en valor, y lo ejecuten con éxito en tiempo y forma. Rodolfo es el capitán del equipo que da brillo y esplendor en Diaple. Estoy completamente seguro que habrá otros profesionales tan brillantes como él, y no les quito un ápice de su trabajo ni de su mérito. Pero Rodolfo es Rodolfo.

Otra persona que se ha convertido en imprescindible es Gabriela Peña, cuya amistad viene ya desde hace… quince o dieciséis años. Hace ya muchos años que no nos hemos visto, entre la distancia y los diferentes vaivenes de la vida de cada uno de nosotros, y, aunque perdimos el contacto durante un largo periodo de tiempo, las redes sociales nos reencontraron hace ya un par de años y desde entonces el teléfono es nuestro canal de comunicación. Este año hemos hablado en  infinidad de ocasiones, hemos comentado la evolución de la pandemia en nuestras respectivas comunidades, y nos hemos preocupado de nuestros entornos personales y familiares más próximos cuando el inexorable paso del tiempo comienza a hacer de las suyas. Gabriela es una de mis mejores amigas, y lo será siempre. Me lo ha demostrado infinidad de veces. Este año. Y en otros momentos. Y espero que ella también lo haya percibido así. Seremos amigos siempre. Vuelvo a parafrasear a #LaNavalón «mientras a mí me brille un ojo», porque Gabriela no deja indiferente. Su personalidad, su vitalidad, su forma de entender la vida son arrolladoras. Como su sonrisa. Sin más.

Y quiero terminar esta lista de “mis imprescindibles” con otro nombre que es referencia en el sector de la comunicación y el periodismo dentro y fuera de Asturias. Me refiero a César Cajete. Con César me sucede algo similar a lo que me sucede con Javier Carnicer. Hablar con él, es una excelente lección de comunicación y de periodismo, de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer. Además de la amistad personal, también lo considero un referente y siempre digo lo mismo: «que César ve al otro lado de las montañas» en el mundo de la comunicación. Con una habilidad excelsa para sintetizar y dar un mensaje con cuatro palabras –por ejemplo-, en vez de con ocho, César tiene la virtud de decirte las cosas por su nombre (te gusten o no) y siempre de frente, sin dobleces, ni tonterías. Domina como nadie el sector de la comunicación corporativa y es un referente del que se aprende cada día más y mejor tanto del mundo del periodismo como del sector social media, como en la vida misma. Y ya en un plano personal, tengo que agradecerle las muchas veces que me ha recomendado las famosas «tres f: fé, familia y fortaleza», y que siempre han surtido efecto. César es un gran periodista que tiene siempre el término adecuado para el titular perfecto pero sobre todo tiene el consejo y la palabra apropiada para el amigo que se lo pide.

Además de éstos, hay otras seis personas que también merecen ser nombrados en este post. Personas que no han sido indiferentes en mi vida en este cruel y terrorífico 2020, y que también merecen ser nombrados, y no pasar inadvertidos. Me refiero a Carmen Sanfeliz, David Boto, David Cuesta, Begoña González, Covi Ovin y Pilar Ferreras. No voy a explicar los motivos de cada uno de ellos. Supongo que si ellos leen este texto, entenderán perfectamente por qué los nombro. Creo que es justo y obligado.

Y acabo este balance del año analizando, de forma resumida, lo que más me impactó –fuera de la pandemia- durante este 2020: se trató del homenaje a Miguel Delibes que la Asociación de Escritores Noveles organizó con motivo del centenario de su nacimiento. El hecho de conocer a un autor, como Delibes, mucho más en profundidad, que por sus libros, es todo un descubrimiento. Pero si este descubrimiento, además, va de la mano de la fundación que lleva su nombre, se transforma en el escaparate perfecto que te da la mano cuando quieres hacer un acto de estas características. Merece la pena descubrir la Fundación Miguel Delibes no sólo por descubrir al autor –que también-, sino porque es una entidad que suma y no resta nunca.

Que el 2021 sea un poquito mejor que este año 2020. Lógicamente no nos devolverá a los muchos que marcharon tan injustamente en el frente del Covid; ni a los que han quedado maltrechos (especialmente, nuestros mayores), será difícil devolverles una sonrisa y la salud, pero nos queda la esperanza de la responsabilidad y, como diría el Presidente Núñez Feijoó, el «sentidiño». Dicho de otra forma, que el 2021 nos haga escuchar más a nuestras comunidad científica y a nuestras sociedades médicas y sanitarias, y menos a los voceros de turno. Nos irá mejor.

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