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‘La deseada’

Ríos y ríos de tinta se viene escribiendo sobre el legado, figura y obra de Miguel Delibes, el gran escritor vallisoletano, el padre del periodismo moderno, el cazador por excelencia, el hombre de campo, el académico… el hombre, en especial en el último año, año del centenario de su nacimiento.

Y es que si de algo escaseamos en esta sociedad es de hombres ilustrados como él, personas sabías y cultas de verdad, que no necesiten decir quiénes son, y que simplemente su apellido y su obra nos produzca respeto, admiración y devoción. Delibes fue uno de ellos. Y lo será siempre, un ilustrado del siglo XX español.

Fotografía: @ACEcultura

Hace muchísimos años que leí «Las ratas» y «Los santos inocentes»; entonces yo era joven y ni siquiera sabía por dónde iba a deparar mi vida. Algunos años después, bastantes, y junto a una compañía que no olvidaré jamás, vi en el zaragozano Teatro Principal «Cinco horas con Mario». Cualquier calificativo que ponga a Lola Herrera se queda corto. La adaptación, perfecta, y la obra, excelente. Repetimos la hazaña varias veces en pocos días, a pesar de las dificultades para encontrar entradas. Eran las Fiestas del Pilar, lo recuerdo perfectamente,  y aquella ‘escusa’ sirvió para otras gestas, que hoy no toca descubrir. Algún día.

Y siempre que me he acercado al mundo Delibes he tenido la misma sensación: que estaba frente a un hombre de mil caras; frente al escritor, pero también frente al hombre de campo y al periodista. Un hombre que supo cultivar diversas facetas, siempre alrededor del mismo denominador común: la palabra.

En el año 2008 Delibes tuvo un gesto que dice mucho de cómo era cómo ser humano, más allá de su faceta de escritor, académico y periodista de raza.  Le invitaron a un acto literario en su Valladolid, pero su mermada salud ya le impedía muchas cosas, y tuvo la generosidad, el compromiso, y la amabilidad de enviarles una carta cariñosa excusando su asistencia y animándoles a trabajar en el difícil mundo literario. Otros, muchos, hubieran dado la callada por respuesta, y hasta hoy. Pero él era de otra pasta, y entendía que era necesario responder a aquella invitación con cariño y cortesía. Y así lo hizo. Así era Delibes.

El año pasado, y por razones profesionales, fui afortunado de nuevo. Tuve ocasión de hablar con su hija, Elisa Delibes, Presidenta de la Fundación Miguel Delibes, con el director de la propia fundación y el personal técnico de la misma, con los que continuo manteniendo un contacto continuo, especialmente a través de redes sociales. Y volví a descubrir y a profundizar más, si cabe en la figura del gran escritor vallisoletano.  Y aprovecho también para comentar otra cualidad del ADN delibiano. Es la forma de trabajar: generosidad, entrega, compromiso, facilidades, disposición… Es decir, modelo Miguel Delibes, Claro, que si estas cualidades estaban impregnadas en el ADN del ilustrado maestro, ¿cómo no lo van a estar en quienes hoy miman, respetan y velan por su legado y su obra?

Y ayer di un paso más viendo, de forma online «Delibes», la exposición que ha estado expuesta al público en la Biblioteca Nacional que reunió más de doscientas obras entre libros impresos, manuscritos, dibujos, lienzos, fotografías, etc. procedentes de la propia BNE, de la Fundación Miguel Delibes y de otras instituciones españolas. Una exposición que fue calificada por la familia como “La deseada” porque estaba prevista su inauguración una semana antes de que el Gobierno decretara el pasado mes de febrero del año 2020 el Estado de Alarma a causa de la pandemia de la Covid19, y que evidentemente hubo que aplazar.

Ahora se da un paso más, transformando está exposición en formato online gracias al compromiso de Acción Cultural Española, de la propia Fundación Miguel Delibes, de la Biblioteca Nacional, y me temo que de “ni se sabe” cuántas instituciones más se han implicado en el proyecto. A todas, mi agradecimiento y mi reconocimiento.

Como  bien señala el comisario de la exposición, Jesús Marchamalo, en ella podemos descubrir al escritor, al hombre de campo, al periodista… Una exposición, en sus palabras, sobria, elegante y acogedora.

O sea, una exposición que hay que visitar. Es obligatorio. No hay excusa. Como decía al principio, estamos tan escasos de hombres ilustrados que tenemos que profundizar en los pocos que tenemos y difundir su legado. Las generaciones futuras nos lo agradecerán.

Y para ahorraros tiempo, aquí os dejo el enlace a la exposición:

https://cutt.ly/Kkm7DtK

Luego me contáis la experiencia.

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