
Una de las cosas que más graves que le pueden suceder a una persona es que pierda a un hijo, pero aún lo es más grave que muera asesinado. Pero la situación todavía reviste más atrocidad, dolor, y crueldad si partimos de la base que este crimen se podía haber evitado.
Se nos llena la boca, y se nos ensancha el pecho cuando hablamos de Estado de Derecho, y no es para menos. Pero lo sucedido en Lardero hubiera sido perfectamente evitable si el Estado de Derecho hubiera funcionado correctamente. Algo ha fallado cuando una persona con delitos de sangre a sus espaldas sale en libertad, y sabiendo que puede ser reincidente, no se le somete a ninguna medida de vigilancia permanente.
Pero a eso hay que añadir que a un tipo como Francisco Javier Almeida, con su ‘hoja de servicios’, que ha confesado literalmente que «tengo un instinto que no puedo dominar», se le permita vivir a doscientos metros de un colegio sin ninguna medida de vigilancia.
Es evidente que el detenido en Lardero, además de un criminal, es un psicópata, y hay que tratarlo como tal. Dicho de otro modo, si bien tiene que caer sobre él todo el peso de la ley para que jamás vuelva a cometer una matanza así, también es bien cierto que de inmediato se le debe someter a un tratamiento psiquiátrico.

En su libro «Raíces de la Violencia: Un estudio sobre el mundo del delito», el Profesor José Antonio García-Andrade afirma que “A lo sorprendente del asalto, a su hiperhostilidad incomprensible y a su ‘inmotivación’, hay que unir otro aspecto que aumenta el miedo social, y es que, una vez cometida la agresión, la indiferencia afectiva del acto es tal, que no surge nunca el arrepentimiento, salvo en aquellos casos en que el cuadro clínico remita casi en su totalidad, sin defecto importante, en cuyo momento sí puede surgir el arrepentimiento, y si ocurre esto la reacción del enfermo puede ser tan dramática que desencadene a su vez una nueva tragedia”.
La reflexión clínica y forense del doctor García-Andrade se ha hecho realidad en Lardero. El ‘protagonista’ de esta historia es un reincidente. Estamos ante un hombre de 54 años, vecino de Lardero, y con antecedentes por agresión sexual en 1993, por la que se le sentenció a 7 años de prisión, y por asesinato y agresión sexual, en agosto de 1998, sentenciado a veinte años y diez años, respectivamente.
Según informa la Delegación de Gobierno en La Rioja, en 2020 fue trasladado desde otra prisión a Centro Penitenciario de Logroño y obtuvo la libertad condicional el 8 de abril de 2020, a pesar de que la condena se le extinguía el 17 de agosto de 2023.

A esto hay que añadir que el 25 de octubre de 2021, se denuncia ante la Guardia Civil en el Puesto de Villamediana de Iregua que en el Colegio Villa Patro de Lardero un varón invitó a una niña a ir a jugar con su hija, a lo que no accedió.
Por tanto, y ante esto, la primera reflexión que cabe hacerse es qué ha fallado para que un individuo con este ‘historial’ delictivo quedase en libertad sin ninguna medida cautelar…
Pero, además, como sociedad debemos tener claro qué podemos hacer con estos ‘pobres diablos’ porque la prisión no es la salida, y la libertad tampoco. Como se ve en este caso, y en otros, no son capaces de reinsertarse con normalidad.
La salida natural es el ingreso en psiquiátricos penitenciarios, con los recursos necesarios, en dónde puedan cumplir la condena judicial y a la vez puedan individuos no pueden estar en libertad. Son un peligro público. Son un riesgo para la sociedad, y para ellos mismos.
Otra reflexión al hilo de todo esto es si España cuenta con una túpida red de psiquiátricos penitenciarios con todos los recursos necesarios para tratar a Almeida y a otros individuos de su estirpe.
En el libro anteriormente citado, el Profesor García-Andrade se refiere a los centros penitenciarios y hace referencia a internamientos de individuos tras haber cometido hechos muy graves y son rechazados incluso por sus familiares que tienen autentico miedo a las altas hospitalarias y al retorno al hogar.

Imaginemos por un instante… si las propias familias tienen miedo, ¿cómo lo vivirán los vecinos y el entorno social en cuestión del individuo?
Lo sucedido en Lardero no puede volver a repetirse. El Estado de Derecho debe funcionar perfectamente. No puede haber nuevos fallos. de estas características. No nos podemos permitir la licencia de perder más víctimas inocentes. Son demasiadas las lágrimas vertidas ya. Es el momento de actuar, y rápido. Mañana podría ser tarde. Dejemos de mirar a otro lado. Ya no valen las excusas de patio de colegio. Y si hay dudas, pregunten, pregunten… Pregunten a la familia del pequeño Álex.