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Adiós al emérito de los aragoneses… del protocolo y de la vida

Conozco a Ángel Pérez desde la década de los ochenta. Desde el primer momento me pareció un tipo interesante. Su profesión de periodista desde siempre le confirió ‘grumos’ suficientes, que diría, el Profesor Emilio Lledó, para el arte de la comunicación. Pero en donde realmente siempre destacó, dentro y fuera de las fronteras aragonesas, fue en el original arte del protocolo. En eso que otro grande, Javier Carnicer, define como «organizar las personas y las cosas». Por eso, y por otras cuestiones que intentaré explicar a continuación, debido al inexorable paso de las hojas del calendario´,  Ángel se había convertido en un maestro emérito de toda una generación de maestros. Maestros, que ahora ocupan las diferentes jefaturas de protocolo en otras tantas destacadísimas instituciones aragonesas, como el Gobierno de Aragón, las Cortes de Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza o la Diputación de Zaragoza.

Revuelvo la hemeroteca. Me tropiezo con una entrevista que concedió a Heraldo de Aragón en junio de 2019. Como siempre, Ángel tiró de ironía, de sentido común, de amor por su profesión… y de ganas de comerse el mundo a pesar de que la enfermedad estaba ahí y empezaba a avanzar sin piedad. En esta maravillosa entrevista descubrimos a Ángel en estado puro. Nos contó cómo se enfrentó a la jefatura de protocolo del Gobierno de Aragón en 1983. Y lo hizo dando la cara a un cargo de nueva creación «para el que, asegura, no había lugar en el que formarse; siempre fue capaz de enfrentarse a este reto con grandes dosis de humor» Yo añado:  en aquel momento se convirtió en un ‘avis raris’, pero precisamente el humor, su inseparable compañero de viaje, le ayudó (estoy completamente seguro) a salir de más de un atolladero.

Fotografía: @diaridtarragona

Ángel no sólo era humor e ironia en estado puro. También tenía unas impresionantes dosis como docente. Todo lo que aprendió de protocolo y comunicación no dudó un segundo en legarlo a sus discípulos. Cuando en noviembre el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros había concedido a Javier Carnicer la Medalla Oro, Ángel publicó en su perfil de Facebook una publicación en la que otras cosas decía: «(…) Tiene más trienios que el mástil de la bandera de Aragón. No sabría qué resumen hacer de su currículo vital y profesional, de tanto como he tenido la suerte de compartir con él, o bien de conocer y aprender a su lado. Si lo tuviera que dibujar en un solo trazo, echando mano a partes iguales de mi pasión musical y mi arrogancia ejeana, diría que Javier Carnicer es el Miles Davis de Nuebayor. Javier es el decidido impulsor del desarrollo y uso de las nuevas tecnologías en el trabajo de Protocolo, y eso implica muchas cosas que no tengo ahora la paciencia de desgranar».

En 2019 publicó en sus redes sociales este video que grabó en el Hospital Miguel Servet, junto a Inmi y a su oncóloga. Toda una declaración de intenciones,.

Volviendo a la entrevista del Heraldo de Aragón, también tiró de ironía para contar cómo empezó todo su periplo de esta terrible enfermedad, que hoy se lo llevó para siempre: «Por aquel entonces llevaba tiempo con una especie de llaga muy molesta en la lengua pero no le di importancia porque estaba preocupado por ella». Asi se refería a ese momento difícil (a veces, muchas, la vida tiene estas cosas) en el que su inseparable compañera de vida y de viaje, su querida Inmi cayó enferma a causa de una complicación renal y acabó en la UCI.

El carácter de Ángel, incapaz de enfadarse, de mostrar su malestar y malhumor, incluso en los peores momentos, ha sido uno de sus mejores cómplices en la vida: un cómplice necesario especialmente para llevar la enfermedad con dignidad y con valor. Toda una lección para sus múltiples familias: la biólogica, la de sus compañeros de profesión, la de sus amigos, y una nueva familia que forjó en redes sociales, gracias a sus continuas publicaciones, a su bohonomía y a su carácter, cercano y didáctico.

Su manera de entender la vida y la dignidad del ser humano era tal, que cuando lo tenían que operar pensó que si lo tenían que desnudar por completo y dejarlo únicamente con una bata, se perdía toda la dignidad del hombre. Por eso pidió a su hijo que le llevara unos calcetines, pensando que ai, llevándolos puestos, los sanitarios se fijarían en ellos, y la dignidad perdida estaría menos perdida. Logró entrar y salir del quirófano con los calcetines puestos. Y aquel gesto se viralizó hasta el extremo que llegó a tener más de 50 pares.

Pero si damos un salto en su historia personal y vital, la de Ángel es estratosférica. Fue el gran artífice del servicio de protocolo en el Gobierno de Aragón cuando no existía nada de nada, y como también muy acertadamente dice Javier Carnicer, su gran y mejor discípulo aventajado, «había que aprender a base de ponerte colorao»…

Hoy nos ha dejado Ángel Pérez, un referente, un maestro, un amigo. Como dice Lisardo de Felipe, «un hombre útil». Hoy la periodista Lola Campos escribía en redes sociales: «Los textos de Ángel Perez, sacando humor del cáncer y sus efectos colaterales, son un monumento a la grandeza humana, un desafío a la inteligencia y espero que un bálsamo para familia y amigos». Poco más que añadir.

Como pluscuanperfectamente bien acaba de publicar el periodista aragones Lisardo de Felipe, nos invade un profundo dolor ante su marcha; y eramos conscientes de que desde el primer momento le plantó cara a la enfermedad con su humor característico pero con la fuerza del buen aragonés, Pero la ciencia llega hasta un límite, y hoy  perdió la batalla. Se le echará mucho de menos. Deja un hueco insustituible.

El mundo del protocolo está de luto. Se ha perdido un referente, pero, lo peor., se ha perdido una gran persona, porque las personas siempre van por delante de los títulos. En 1983 y hoy.

 

(Fotografía imagen destacada: Heraldo de Aragón)

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