Las palabras probióticos, prebióticos, postbióticos son muy similares. Los tres fortalecen el microbioma intestinal, lo que tiene impacto en el sistema inmunológico y la absorción de los nutrientes. Pueden ayudar ante enfermedades como el síndrome del colon irritable y las infecciones digestivas.
Las tres tienen mucho en común: nombran a tres grupos de bacterias benéficas para el funcionamiento del colon. Estamos ante un órgano clave para la absorción de los nutrientes, el sistema inmunológico y la red nerviosa, entre otras cosas. Pero cada una cumple un papel diferente al regular la actividad intestinal y protegernos de las principales amenazas que atacan a nuestro organismo. Siempre través de los alimentos o por la exposición a los ambientes insalubres.
Sus efectos en la salud son notables. Ayudan a potenciar la absorción del agua en el intestino grueso, según investigadores de la Universidad de Ciencias Médicas Shiraz. Con la presencia de estos ‘huéspedes benéficiosos’ en el cuerpo, una persona puede, además de obtener beneficios generales de salud, aminorar los síntomas de males como las diarreas infecciosas, la inflamación excesiva o el síndrome de colon irritable.
Para que cumplan su función, los probióticos, deben llegar con vida al intestino. De otro modo, no sirven para nada. Son un gran aliado del sistema inmunológico, ya que previenen las fiebres altas. Como afectan el microbioma intestinal, ayudan a proteger el aparato digestivo de bacterias nocivas y a mejorar la digestión.
Además, mejoran la calidad de vida de las personas con colon irritable, según la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP). Algunos en particular reducen el dolor abdominal en un 42%, frente a 24% que alcanzan los placebos, según un estudio de Sophie Drouault-Holowacz, de 2008.
Los tipos de probióticos más comunes son los Lactobacillus y Bifidobacterium y se encuentran en el yogur, el kéfir, el kimchee, la soja fermentada y la kombucha. No obstante, no se deben tomar alegremente. Por lo que se recomienda hacer la oportuna consulta con el médico de atención primaria.
Los prebióticos son una forma de carbohidrato y avanzan desde el tracto digestivo hasta el intestino, donde los consumen las bacterias benéficas para el organismo humano. Los derivados del almidón resistente conservan un estado de salud óptimo en el colon, al producir ácido butirato que ayuda a la absorción de sodio y del agua.
La función principal de los prebióticos es el crecimiento de bacterias sanas en el intestino grueso. A su vez tienen el potenciar de modular el movimiento del tubo digestivo para transportar los alimentos digeridos. Ello supone una notable ventaja, por ejemplo, en la Enfermedad de Crohn cuyos daños colaterales pasan por la inflamación del propio tubo digestivo y del intestino, según el artículo “Control bioecológico y nutricional de la enfermedad”, publicado en la revista médica Nutrición Hospitalaria.
El uso habitual de prebióticos podría disminuir los síntomas de la enfermedad de Crohn en siete de 10 pacientes, según un estudio de liderado por Shunji Fujimori, de la Escuela de Medicina de Japón, publicado en 2007. Sin embargo, no existe una opinión consensuada en cuanto a la efectividad general para su aplicación en los hospitales.
Se pueden consumir prebióticos a través del consumo de trigo, plátano, tomate, ajo, espárragos y leche de vaca. La presencia natural de estos microorganismos hace que las personas sean más resistentes a enfermedades comunes como a la diarrea infecciosa.
Por su parte, los postbióticos son compuestos bioactivos generados después de que los microbios en el intestino consumen la fibra prebiótica no digerible. Científicamente está comprobado que representan una barrera de contención contra las bacterias peligrosas para el aparato digestivo.
Debido a la importancia de los estos microorganismos para la salud, la mejor forma de mantenerlos activos es con una buena dieta, variada y rica en frutas, verduras y fibra, explicó a National Geograohic Gail Cresci, nutricionista e investigadora del microbioma intestinal en la Clínica de Cleveland.
Los postbióticos actúan de forma similar a los probióticos e inhiben la proliferación de otros microorganismos. Entre sus propiedades más destacadas es importante citar sus efectos antioxidantes, cardioprotectores, antiulcerosos y su control para disminuir los niveles de colesterol. También tienen un papel importante en la salud mental porque se ha descubierto que son benéficos en el neurodesarrollo, la neuromodulación y en los trastornos de alimentación, según un artículo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
A modo de resumen podemos afirmar que el consumo de probióticos, prebióticos y postbióticos es absolutamente necesario para mantener a raya nuestro organismo. Eso sí, siempre bajo control médico.
(Fotografía de cabecera: Gastroactitud)
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