
El pasado miércoles el portal Somos Pacientes ponía el foco sobre una situación muy preocupante en el Sistema Nacional de Salud y en el sector de sanitario. Pero principalmente en el colectivo de pacientes. El retraso en el acceso a los nuevos medicamentos crece hasta los 629 días. Esta situación resulta mucho más grave de lo que parece por la trascendencia que arrastra en materia de Salud Pública.
Cierto es que la cifra de nuevos fármacos aprobados por la Agencia Europea del Medicamento que se encuentran a disposición de los pacientes cada vez es mayor, pero también es el tiempo que transcurre entre su aprobación y su uso.
Un reciente informe anual ‘Indicadores de acceso a terapias innovadoras en Europa 2022’ (W.A.I.T. Indicator) de la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (EFPIA) asi lo confirma.
Dicho informe analiza el estado de la financiación pública de los medicamentos autorizados entre 2018 y 2021. Muestra unos datos reveladores. El tiempo medio transcurrido entre la autorización de un medicamento por la UE y su incorporación al Sistema Nacional de Salud se elevó en 2022 hasta los 629 días. Una demora que no ha dejado de crecer –517 días (2021), 453 días (2020), 414 días (2019)–. Lamentablemente, cada vez se aleja más del plazo establecido por la legislación: 180 días.
Ese tiempo es mayor en España que en el conjunto de la UE. Estamos ante –517 días, seis más que el año anterior–. Superior al de otros países de nuestro entorno como Alemania (128), Italia (436) o Francia (508). De hecho, y de un listado de 37 países, incluidos los 27 de la UE, España ocupa el puesto 28.

Otro indicador es la disponibilidad. Es decir, el número de medicamentos que son incluidos en la financiación pública y puestos a disposición de los pacientes. En este sentido, en enero de 2022 se encontraban disponibles en España 98 de los 168 medicamentos aprobados en la UE en el periodo 2018-2021.Estamos hablando de un 58%. Aunque esta cifra ha mejorado en los últimos años, sigue siendo muy inferior a la de países como Alemania (88%) Italia (80%) o Francia (67%).
Los datos también muestran que el 51% de los nuevos medicamentos disponibles en nuestro país cuentan con una disponibilidad limitada. Es decir, 50 de los 98 financiados están sometidos a algún tipo de restricción de uso. Los motivos son varios: ya sea por indicación terapéutica, tipo de paciente, etc. Un porcentaje que ha crecido 10 puntos –41% en 2021– y que resulta muy superior al de países como Alemania (1%), Italia (12%) o Francia (17%).
Juan Yermo, director general de Farmaindustria, la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica establecida en España, ha señalado que “este problema de acceso a los medicamentos innovadores es un diagnóstico compartido entre las autoridades sanitarias, pacientes, profesionales e industria y requiere una solución urgente en la que ya estamos trabajando con la Administración, a la que hemos propuesto una serie de mejoras en el procedimiento de fijación de precios y financiación. El objetivo es establecer un modelo ágil, predecible y eficiente”.
El informe también revela una mejora en el acceso a los medicamentos huérfanos. Concretamente, en España estaban disponibles en 2022 el 51% de los nuevos fármacos aprobados para las enfermedades raras –frente a un 44% en 2021–. Sin embargo, este porcentaje sigue siendo muy inferior al de otros países de nuestro entorno como Alemania (90%), Italia (82%) o Francia (79%).

Por el contrario, la situación ha empeorado en el caso de los nuevos medicamentos para el cáncer. Y es que su disponibilidad pasó de un 61% en 2021 al 57% el pasado año. Un porcentaje muy inferior al de otros países de la Unión: Alemania (98%), Italia (83%) o Francia (72%).
En cualquier caso, y si bien resulta más acusado en España, este problema de acceso es común a toda Europa, una de las razones por las que la Comisión Europea se propone llevar a cabo la mayor reforma en dos décadas de la legislación farmacéutica vigente en la UE.
Como se observa, estamos ante un problema global que afecta a diferentes sectores. Pero, sobre todo, que puede arrastrar consecuencias catastróficas si no se activan medidas urgentes para evitar un colapso. Situación crítica que afectaría, lógicamente, al sector más vulnerable de la cadena: los pacientes. Un lujo que no podemos permitirnos.
(Fotografía cabecera: diariofarma)