Hay premios y premios. Los Premios Princesa de Asturias se sitúan en el pódium de la excelencia en cualquiera de sus disciplinas. Eso honra a su fundación, a Su Presidencia de Honor, y, lógicamente, a España.

Esta semana hemos comprobado como la Fundación Princesa de Asturias mima y cuida estos galardones. La Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDi por sus siglas en inglés) ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional.
Estamos ante una organización sin ánimo de lucro (y ello, de entrada ya es un hito notable). Una entidad fundada en 2003 con el objetivo de desarrollar tratamientos contra las denominadas enfermedades olvidadas o desatendidas. Me refiero a enfermedades como el Chagas, el dengue, el kala azar o la ceguera de los ríos. La Organización Mundial de la Salud agrupa bajo esta denominación hasta 20 trastornos. Estas patologías en todo el mundo afectan a un total de entre 1.000 y 1.500 millones de personas.
Durante estos veinte años de recorrido, ha conseguido llevar a los pacientes 12 tratamientos efectivos para estas enfermedades, como el fexinidazol, un tratamiento que ha cambiado radicalmente el abordaje de la enfermedad del sueño; dos antimaláricos o antirretrovirales específicamente diseñados para niños con VIH, entre otros ejemplos.
En la actual tienen otro objetivo: conseguir que antes de 2028 estén disponibles al menos otras 13 nuevas terapias que sean capaces de combatir estos trastornos que a menudo olvidamos en el primer mundo. Así lo señaló en una entrevista el pasado mes de febrero Luis Pizarro, director ejecutivo de esta entidad.

Estoy totalmente de acuerdo con sus palabras. Las comparto íntegramente. Estamos ante un modelo alternativo sin fines de lucro de investigación y desarrollo farmacéutico permite salvar millones de vidas. Su lucha por las ‘otras’ enfermedades es titánica; y así lo ha manifestado, y sin pelos en la lengua: «Es inadmisible que en el siglo XXI sigan sin existir remedios efectivos contra el dengue»… por ejemplo.
Como bien señaló el propio doctor Pizarro, además de por justicia con otros individuos, atender estas enfermedades olvidadas es «algo que nos interesa a todos». Algunos de estos trastornos tienen un potencial pandémico importante o pueden afectar a la sostenibilidad de los sistemas sanitarios de todo el mundo.
La candidatura de la DNDi fue propuesta por el presidente de la Real Academia de Medicina de España, Eduardo Díaz-Rubio García, y apoyada, entre otros, por Françoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de Fisiología 2008, y Christos Christou, presidente internacional de Médicos Sin Fronteras.
El jurado, que ha fallado el galardón por unanimidad, destaca el “plan ambicioso de desarrollo de nuevos medicamentos y tratamientos que mejorarán la salud y salvarán millones de vidas en todo el mundo”.
Con sede en Ginebra y con oficinas regionales en Ciudad del Cabo, Kinshasa, Kuala Lumpur, Nairobi, Nueva Delhi, Nueva York, Río de Janeiro y Tokio, la organización tiene un firme empeño en hacer de la investigación de estos tratamientos un asunto abierto y colaborativo. No quieren que los recursos e investigaciones de las farmacéuticas queden encerrados en archivos protegidos por las patentes. «Para acelerar la investigación en las primeras etapas y reducir los costos generales de I+D, la DNDi trabaja para que los involucrados en investigaciones puedan colaborar activamente, sin las restricciones de la propiedad intelectual, respaldando y coordinando una serie de iniciativas de innovación abierta», aseguran. Hay proyectos en marcha al respecto. Y más en las mentes de quienes buscan esa igualdad en el acceso a las medicinas que domina el mundo.

El propio doctor Pizarro ha manifestado que al final, lo que cuenta es el impacto que nuestro trabajo tiene en personas de las que nadie se ocupa y no son una prioridad. Esta es una oportunidad para hablar de ellas y su realidad. No le falta razón. Más bien al contrario. ¿Qué sería de muchas personas si un grupo de investigadores no se ocupase de su enfermedad, si no se hicieran preguntas en torno a su organismo? Qué cada cual se responda asi mismo, empezando por los directivos de las grandes farmacéuticas.
(Fotografía de cabecera: La Razón)