Ayer se conmemoró el Día Mundial del Ictus, una enfermedad cardiovascular importante que se puede prevenir. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, cada año entre 110 y 120.000 personas sufren un ictus en nuestro país, de los cuales un 50% quedan con secuelas incapacitantes o fallecen. En España más de 330.000 personas padecen alguna limitación en su capacidad funcional a causa de un ictus. Pero, a pesar de estos datos, el ictus es una enfermedad cardiovascular previsible.
Lo importante ante este accidente cardiovascular es reconocerlo e identificar los factores de riesgo de cada persona. Esto es clave para trazar un plan terapéutico individualizado que se adapte a las particularidades de cada persona.
En este sentido, el 90% de los casos de ictus podrían prevenirse con la adecuada gestión de los factores de riesgo y la adopción de un estilo de vida saludable. Así, resulta esencial controlar los factores como la presión arterial elevada, la diabetes, controlar que el colesterol no supere el límite indicado por la OMS, dejar a un lado el tabaco y como siempre, llevar una vida activa y saludable.
El ictus se manifiesta con síntomas repentinos que varían según la parte del cerebro afectada. Los signos más comunes son los siguientes:
- Entumecimiento o debilidad facial, brazo o pierna:este afecta generalmente a un lado del cuerpo y puede ser súbito.
- Dificultades para hablar o comprender:la persona puede tener problemas para articular palabras o entender el lenguaje.
- Pérdida repentina de visión:puede ser en uno o ambos ojos, con visión borrosa o ceguera total.
- Problemas para caminar o mantener el equilibrio:la coordinación y estabilidad pueden verse afectadas.
- Fuerte dolor de cabeza repentino:con una intensidad mayor a la habitual.
¿Y qué hago en caso de ictus?
Ante los primeros síntomas de un posible ictus, es fundamental actuar con rapidez y seguir estos pasos son decisivos:
- Llama al 112: el ictus es una urgencia médica, y la atención rápida puede marcar la diferencia en el pronóstico.
- No esperes a que los síntomas desaparezcan: incluso si los síntomas mejoran o desaparecen, sigue buscando asistencia médica, ya que el ictus puede ser recurrente.
- Mantén la calma: anota la hora de inicio de los síntomas, ya que esto será útil para el equipo médico.
- No tomes o administres medicamentos: evita tomar o administrar cualquier medicamento sin la indicación de profesionales de la salud.
El tratamiento temprano y adecuado puede mejorar significativamente el pronóstico del paciente. Los objetivos del tratamiento son restablecer el flujo sanguíneo cerebral, controlar factores de riesgo y prevenir futuros episodios. La rehabilitación, que incluye terapia física, ocupacional y del habla, es crucial para la recuperación funcional de aquellos que quedan con secuelas tras un ictus.
En el caso del ictus isquémico, que es el más frecuente, el tratamiento consiste en retirar la obstrucción durante la fase aguda (primeras 24 horas), bien con un fármaco trombolítico o mediante trombectomía mecánica.
El plan terapéutico médico se dirige a la prevención secundaria, según sea la causa del ictus, para que no se repita.
Se evalúan de forma precoz las secuelas y se iniciará la rehabilitación tanto física (logopedia y fisioterapia) como social y psicológica a las 48-72 horas.
El objetivo es que el paciente permanezca lo más independiente y autónomo para las actividades básicas e instrumentadas de la vida diaria. Aunque cabe destacar que una persona que ha sufrido un ictus puede rehabilitarse completamente.
Es importante iniciar de forma precoz (siempre que el estado clínico lo permita), la rehabilitación física. También es importante evaluar de forma continuada la esfera social y su estado de ánimo.
Es muy importante controlar los factores de riesgo cardiovasculares y seguir el tratamiento pautado. No olvidemos que haber sufrido un ictus es un factor de riesgo para volver a padecerlo. Por eso es imprescindible la prevención secundaria, la adopción de buenos hábitos de vida y una buena adherencia a los tratamientos prescritos.
En este sentido, juegan un papel imprescindible las unidades de ictus. Estamos ante unidades de cuidado agudo específicas destinadas exclusivamente al cuidado de quienes han padecido un ictus agudo. Son unidades multidisciplinares caracterizadas por una atención al paciente por personal entrenado, criterios diagnósticos y terapéutica sistematizada y preestablecida, con una actuación rápida y rehabilitación funcional y social precoz.
(Imagen de cabecera: Semergen)
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