Desde que la pandemia de la covid-19 reventó todas las costuras del Sistema Nacional de Salud, todas las sociedades médicas y asociaciones profesionales sanitarias y médicas vienen alertando de que hay que poner remedio a una situación insostenible desde cualquier punto de vista.
Pero lamentablemente nadie ha escuchado las llamadas de atención y ahora, en pleno invierno y en puertas de una epidemia mezcla de gripe, Covid y virus respiratorios, nos enfrentamos a una nueva situación caótica.
De nuevo, nos enfrentamos a centros de salud desbordados, urgencias colapsadas y cientos de pacientes hacinados en los pasillos de los hospitales en espera de cama.
Cabe preguntarse cuáles son las razones de este desastre del que sólo son responsables en parte los virus estacionales. La respuesta es muy simple: múltiples factores. No obstante, pueden resumirse en tres: la insuficiencia presupuestaria –los Presupuestos Generales del Estado contemplan menos de un 7% de su PIB para la Sanidad frente al 9% o al 10% que destinan otros países–, la pésima planificación de los recursos humanos –a lo que ha contribuido el hecho de tener seis ministros en apenas cinco años– y un modelo de gestión ineficiente, rígido y funcionarial, que impide la adopción de decisiones rápidas y recompensar a los profesionales eficientes frente a los que no lo son tanto.
Ante esta coyuntura nada halagüeña, cabe preguntarse qué se ha hecho desde la pandemia de la covid-19 para evitar situaciones como las de ahora. Absolutamente nada. Así de sencillo y de fácil. En esta línea de ‘brazos caídos’, ni se ha reformado la atención primaria, ni se han fijado protocolos comunes en todo el país para la asistencia de los pacientes en momentos críticos, ni se han incrementado los fondos, ni se ha creado una Agencia de Salud Pública, ni se ha mejorado la operatividad del Consejo Interterritorial.
Pero también ha habido una manifiesta falta de previsión y agilidad de las autoridades sanitarias ante brotes infecciosos que no dejan de ser previsibles. La llegada de esta pandemia de la gripe ha cogido fuera de juego estas Navidades a la ministra Mónica García. El pasado viernes convocó de urgencia al Consejo Interterritorial de Salud con el fin de reorganizar las medidas ante esta nueva epidemia, pero lamentablemente llega tarde. Cataluña, la Comunidad Valenciana, Aragón, o la Región de Murcia ya han comenzado a maniobrar y han tomado medidas. Por el contrario, otras, como Asturias se ponen de perfil.

Lo cierto es que la fotografía de un servicio de Urgencias saturado rueda como la pólvora por toda la geografía española. El doctor Pascual Piñera es el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). En declaraciones a EFE, ha manifestado que el 10% de estos pacientes acaban ingresados y la falta de camas se convierte en el primer problema que afrontan los hospitales, «que no tienen dónde colocar a los enfermos».
El doctor Piñera es el jefe del Servicio de Urgencias del Hospital universitario Reina Sofía de Murcia. Y sobre esta problemática aún ahonda más: “No es un problema de plantillas, aunque haya que actualizarlas, sino de camas». En este sentido, analiza el perfil de los pacientes. Indica que van «desde jóvenes con patología griposa que acuden a urgencias porque el centro de salud demora sus citas y mayores de 80 años con neumonías por gripe que acaban ingresados y algunos fallecen».
Por su parte, el sindicato Trabajadores en Red del Hospital Universitario La Paz de Madrid denuncia una manifiesta falta de camas, incluso supletorias. En este sentido, señala que la falta de camas no se trata solo por la gripe que es un «patrón estacional perfectamente conocido y predecible», sino por el «deterioro generalizado de la sanidad pública madrileña».
Todo este panorama se presenta sin llegar siquiera al pico de la pandemia, que llegará ahora, después del Día de Reyes, donde se habrán reproducido más contagios.
SEMERGEN, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria ya viene advirtiendo de esta situación de forma insistente. Así, ya en el año 2018, en el marco de su 40º Congreso Nacional, celebrado en Palma de Mallorca, a través de una nota de prensa, el doctor García Cenoz recordaba que “la única medida que ha demostrado ser efectiva para reducir el impacto de la enfermedad es la vacunación anual”, tanto en el colectivo de profesionales sanitarios como en los pacientes.
En esta misma línea se posicionó la doctora Esther Redondo Margüello, coordinadora del Grupo de Trabajo de Actividades Preventivas y Salud Pública de SEMERGEN. Señaló que «tenemos vacunas seguras y efectivas para prevenir la enfermedad, y sabemos que estar vacunado se asocia claramente con un menor riesgo de enfermedad”; aun en las temporadas en las que la efectividad vacunal es menor, añade, «el beneficio sigue siendo elevado y la repercusión en términos de salud pública alta». Además, continúa explicando, que tenemos múltiples opciones de vacunación y hoy podemos hacer prácticamente una vacunación antigripal a la carta en función de las necesidades del paciente.
Otra recomendación indispensable que se hace desde SEMERGEN es la vacunación a dos colectivos de riesgo. Por un lado, personas más vulnerables que pueden sufrir complicaciones asociadas a la gripe, como las personas de tercera edad o pacientes crónicos. También aquellos colectivos, como los profesionales médicos y sanitarios, que puedan ser fuente de transmisión. Por otro lado, también resulta imprescindible la vacunación a la mujer embarazada, con independencia del mes de gestación, al tener mayor riesgo de sufrir complicaciones de gestación derivadas de la gripe. “La vacunación en este colectivo protege a la madre, al feto y al recién nacido en los primeros meses de vida”, señala el propio doctor García Cenoz.
El pasado viernes en un informativo nacional el inmunólogo, catedrático e investigador Alfredo Corell afirmaba que la implantación de la mascarilla es absolutamente imprescindible para frenar esta epidemia, ‘aunque llega tarde’.
No cabe duda de que estamos ante el primer desafío para la nueva Ministra de Sanidad que, salvo un mensaje en la red social X, poco más se le ha visto actuar. Ante situaciones así, no cabe refugiarse en la ausencia de competencias. Estamos hablando de salud pública, de una pandemia. En estas situaciones, como en otras muchas, no caben ni ideologías ni siglas. Sólo cabe el consenso y la unidad política.

Soy enfermera, y creo que las cosas irían mejor si se escuchase a los profesionales…