Está comprobado. El cannabis es la droga ilegal más consumida entre adolescentes. La normalización del consumo, en ocasiones, va ligada a muchos de los mitos que le acompañan en la actualidad. Nos referimos a obviar sus riesgos, a la vez que se destaca un carácter más “natural” o “curativo” del que realmente tiene. Si a esto unimos la altísima exposición de las redes sociales, unida al ‘boom’ de las fake news y la experiencia cognitiva, conviven en un panorama complejo de cara al desarrollo de una adicción que muchos jóvenes consideran inofensiva. Una realidad con la que los profesionales, en muchos casos, no consiguen conectar. En ocasiones, más allá del consumo de cannabis, “lo que hay es un adolescente roto”. Así lo ha explicado Fabiola Guerrero, pediatra especialista en Medicina de la Adolescencia y Adulto Joven.
En este sentido, ha manifestado que hay que ir más allá del consumo. Es importante tener en cuenta que a uno de los desafíos que se enfrentan desde Pediatría, al igual que desde otras áreas profesionales de la salud, es el desconocimiento de la realidad de los adolescentes. Sobre esta cuestión la doctora Guerrero ha explicado que “en general, el pediatra no recibe formación en el adolescente. No conocen sus problemáticas y no saben cómo entrevistarle y acceder a él”, ha comentado. “Una de las preguntas que me gusta hacer en consulta es ¿por qué consumes? ¿Qué te aporta de bueno? A veces las respuestas impresionan: porque mi vida es una mierda y la olvido un rato”.
A pesar de que esta reacción no es la más frecuente, en muchas ocasiones las respuestas de los jóvenes sorprenden por el grado de sinceridad y de ‘sangrado’ en sus palabras. Es muy habitual el consumo por el mero hecho de que porque todos sus amigos lo hacen y les gusta, o porque están tranquilos un rato.
La pediatra es consciente de la existencia de una brecha digital con los adolescentes. Ellos están inmiscuidos en redes sociales, en una realidad virtual que los profesionales desconocemos. Hay que saber hasta qué punto puede afectarles. Muchas veces tampoco conocemos su desarrollo neurológico.
Considera que en muchas ocasiones la adicción es detectada mucho antes por los padres (o en el ámbito familiar) que por los pediatras. Para la pediatra, “una adicción conlleva una serie de cambios comportamentales que a los padres no les van a pasar desapercibidos. Lo más habitual es que sean ellos mismos los que lleven a consulta a su hijo por ese motivo”.
No obstante, también hay situaciones en las que es el propio pediatra quién detecta casos de dependencia. En cualquier situación, debe ser el propio profesional quien aborde esta situación mediante la entrevista motivacional. Debe empujar y acompañar a ese adolescente a disminuir e incluso eliminar su consumo.
Con posterioridad, si se evidencia una manifiesta mejoría serán los servicios especializados en drogodependencias quienes realizarán un abordaje integral del caso; estos equipos están constituidos por un médico no psiquiatra y todo el equipo de salud mental.
Ésta no resulta una cuestión sencilla, no sólo para abordar los temas de drogodependencias en menores y adolescentes, sino para abordar su trato en términos generales. No en vano, los pediatras no reciben una formación adecuada para hacer frente a esta problemática tan importante. “Es verdad que poco a poco se tiene más en cuenta al adolescente, que siempre ha sido el gran olvidado” ha explicado la pediatría. No obstante, cada vez son más visibles en reuniones científicas y en cursos mesas y ponencias formativas sobre los adolescentes; especialmente, sobre el consumo de drogas, no solo de cannabis, también de alcohol, tabaco y otras sustancias.
La propuesta que hace Fabiola Guerrero es que el residente en Pediatría y en Medicina de Familia rotase durante su formación MIR en unidades de adolescencia.
Es obvio que la adicción y el consumo de cannabis conllevan un abordaje complejo. Para detectar el problema resulta fundamental una buena relación médica entre el profesional y el adolescente. Pero hay más. Resulta absolutamente recomendable que el facultativo aborde las cuestiones relacionadas con el consumo de una forma directa y dirigida. Es evidente que aquello que no se sospecha y no se pregunta, no se puede detectar.
“Si no le dedicas tiempo a ese menor, difícilmente vas a poder detectar el consumo de cannabis, así como muchos de los problemas que puede tener un adolescente” ha explicado la pediatra, En este sentido, ha manifestado que manejar estas situaciones, es primordial contar con una “buena historia clínica” unido a un excelente vínculo entre médico y paciente. Para ello se necesitan dos cosas: formación y tiempo, porque el enfoque que se hace de estas patologías es un enfoque biopsicosocial.
Establecer una relación de confianza entre los adolescentes y los profesionales médicos y sanitarios es complicada. No perdamos la perspectiva que los pediatras atienden hasta los 14 años. El servicio de Urgencias pediátricas hasta los 16. Solo en las consultas de especialidad hospitalaria, como es el caso de Psiquiatría, atienden hasta los 18 años. En opinión de la doctora Fabiola Guerrero, lógico sería que “los pediatras atendiesen hasta los 18 años, dotando de más personal y más formación a estos profesionales”. Después pasan a ser atendidos por el médico de sus padres. Ahí se genera un grave problema de problema de desconfianza y de confidencialidad.
El consumo de cannabis deriva en otra serie de problemas importantes en las adolescentes embarazadas. La exposición a sustancias químicas neurotóxicas durante el embarazo generan una serie de problemas en el feto. Pueden dar lugar a que tenga una alteración de la función cerebral de por vida o bien que aparezca durante su etapa adulta. En este sentido, la Asociación Española de Pediatría se ha pronunciado al respecto. En el año 2019 tomó posición al respecto, a través de su Comité de Salud Medioambiental. Dejó las cosas muy claras a este respecto.
Otra cuestión que hay que analizar es el papel de los servicios de salud mental en todo este proceso. La intervención de estas unidades resulta primordial en el abordaje de las adicciones en menores de edad.
Hugo López-Pelayo es psiquiatra, de la unidad de adicciones y coordinador del Grupo de Investigación con proyectos de prevención en adolescentes y adultos jóvenes. A este respecto ha manifestado que la dependencia al alcohol, al tabaco y al cannabis son algunas de las cuestiones que más preocupan.
Por este motivo la colaboración entre los equipos de Pediatría y Psiquiatría resulta imprescindible. Las adicciones, a pesar de no ser el trastorno más presente entre adolescentes, son una cuestión prioritaria. Implican efectos importantes sobre el desarrollo cerebral. “Está bien que hablemos de suicidio, está bien que hablemos de ansiedad y de depresión, pero también tendríamos que hablar del problema de consumo de sustancias, y concretamente de cannabis en adolescentes. Esto ayudaría mucho a que la coordinación fuera más fácil” ha explicado el psiquiatra.
En España, los psiquiatras infantojuveniles atienden a adolescentes hasta los 18 años. El concepto infantojuvenil en esta especialidad no coincide con el de los pediatras. Teniendo en cuenta de que la Atención Primaria está muy saturada no sólo en adultos, si no hay más recursos, difícilmente puede existir una coordinación adecuada entre especialistas para abordar este problema. “Necesitamos más médicos de Primaria para que dediquen más tiempo al paciente y para que se coordinen con otros profesionales de las adicciones”, reclama el doctor Hugo López-Pelayo.
Junto a esto, también se necesita realizar una atención más integral y comunitaria. Hay que crear una coordinación entre los profesores de los colegios y otro tipo de educadores que informen a los facultativos de cualquier sospecha en cuanto al consumo de cannabis en menores. Éste es el primer paso.
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Estoy totalmente de acuerdo con tus palabras, Marcos. Muchos jóvenes son consumidores porque creen que es “su salida” ante una situación social sin futuro, sin trabajo, sin expectactivas de futuro, creyendo que en el consumo encuentran la resolución a sus problemas. Otros, consumen por el efecto contagio, con bien dices… Gracias por tu aportación, amigo.
El hecho de que ante la pregunta:
¿Por qué consumes? ¿Qué te aporta de bueno? Algunos contesten: ”porque mi vida es una mierda y la olvido un rato” revela una realidad que no conocemos o bien indica una actitud de los jóvenes que tiende a magnificar una especie de sentimiento de víctima del sistema.
Si bien es verdad que otros contestan que toman cannabis porque lo hacen sus amigos o porque les da la gana. Creo que se hace muy necesario conocer mejor a los jóvenes, acercarse a su realidad y a la forma que tienen de percibir su entorno. Desconozco si hay ya en marcha grupos de trabajo en ese sentido que puedan reunir con ellos a los pediatras y psicólogos. De esas mesas redondas, con el tiempo y ganando su confianza, podrían sacarse conclusiones válidas que ayuden al especialista.
También debe darse más importancia al conocimiento de las redes sociales, qué cosas comentan los adolescentes, aprender su lenguaje y conocer sus inquietudes, para acercarnos a los motivos que les llevan a consumir cannabis, alcohol u otras drogas.
El alejamiento del círculo social de los jóvenes creo que ha abierto una brecha entre la sociedad y ellos que debemos intentar empezar a cerrar cuanto antes o acabará siendo demasiado tarde.
Una duda que me surge es si en los colegios tienen establecido dedicar un tiempo a la formación de los adolescentes en cuanto a prevención sobre drogas y si lo hacen de verdad o forma parte de un protocolo que no se cumple.
Me da la sensación de que profundizamos en conocer mejor la idiosincrasia de los jóvenes en general y su actitud respecto a las drogas en particular.
Saludos.