La semana pasada se celebró una de las grandes citas que aglutina la Sociedad Española de Medicina Interna. Nos referimos a la Reunión del Grupo de Alcohol y Otras Drogas que, en esta ocasión ya cumple su octava edición. En formato online reunió a un más que nutrido número de especialistas. En este encuentro se discutieron aspectos y compartieron experiencias y novedades en este campo de forma multidisciplinar y con participación de diferentes colectivos y perfiles profesionales. La cita se celebró el pasado jueves y viernes, 29 de febrero y 1 de marzo.
En esta edición, se abordaron durante la primera jornada los trastornos por consumo de alcohol en una mesa redonda en la que participaron también representantes de Psiquiatría, Trabajo Social y el colectivo de pacientes. Otra mesa se centró en la prevención y hubo una discusión sobre distintos casos clínicos de interés. En la segunda jornada, se trató la situación del consumo de drogas en España, y hubo una mesa multidisciplinar para abordar la problemática del consumo de fentanilo. Al final de la jornada, se detallaron las distintas propuestas de proyectos de investigación del grupo.
El doctor Ignacio Novo es el coordinador del Grupo de Alcohol y Otras Drogas de la SEMI. A este respecto manifiesta que dentro de los trastornos por consumo de alcohol debemos diferenciar entre el trastorno adictivo en sí mismo y el daño orgánico inducido por el consumo de alcohol. En muchas ocasiones, indica, coexisten ambos y el consumo de alcohol se relaciona con el desarrollo de más de 60 enfermedades diferentes, incluyendo varios tipos de cáncer. El alcohol se sitúa como uno de los 10 principales factores de riesgo de morbimortalidad global y es responsable del 5% del total de fallecimientos en el mundo. Es además una de las tres principales causas evitables de muerte y de desarrollo de cáncer en menores de 55 años.
Las complicaciones más severas del consumo de alcohol abarcan desde el desarrollo de varios tipos de cáncer (como hepatocarcinoma, cáncer de páncreas o de esófago) a la aparición de enfermedades del hígado (como la cirrosis hepática. Hoy día, el alcohol es la primera causa de desarrollo de esta enfermedad. Por tanto, la primera causa de necesidad de trasplante de hígado en el mundo). Pero también hay complicaciones cardíacas (como la miocardiopatía dilatada) o neurológicas (como la encefalopatía de Wernicke).
El propio doctor Novo apunta otro dato a considerar. Un 15% de las consultas médicas en España tienen potencialmente relación con el consumo de alcohol y más de 150.000 ingresos hospitalarios al año están relacionados con patologías en las que interviene el consumo de alcohol. Además, el alcohol, junto con la cocaína y el cannabis, se sitúa entre las principales causas de atención en Urgencias por intoxicaciones. Si nos referimos a la medicina interna, “alrededor de un 10% de los ingresos se relaciona potencialmente con el consumo de alcohol, siendo las complicaciones derivadas de las enfermedades del hígado y las neurológicas las de mayor complejidad y consumo de recursos”.
Según los datos disponibles en la última encuesta Edades, alrededor de un 6% de la población española tiene un consumo de alto riesgo para el desarrollo de trastornos relacionados con el consumo de alcohol. Por tanto, la correcta cuantificación del consumo, identificación de los pacientes y acciones preventivas inmediatas son la “principal medida para evitar complicaciones”.
La utilidad de las intervenciones breves sobre el consumo de alto riesgo en cualquier nivel de la atención sanitaria está claramente probada, aunque bien es cierto que resulta “necesaria una actitud proactiva” y alto nivel de sospecha por parte de los profesionales sanitarios. Se cree que alrededor del 15 o 20% de los pacientes hospitalizados por cualquier causa podría presentar un trastorno por consumo de alcohol. Por tanto, la detección del mismo durante el ingreso hospitalario debería ser una práctica de rutina. De hecho, el inicio del tratamiento de dicho trastorno antes del alta de un ingreso hospitalario, esté o no relacionado directamente con el consumo de alcohol este ingreso, “se asocia a una mayor probabilidad de éxito”, recalca el doctor Ignacio Novo.
Los trastornos por consumo de alcohol pueden considerarse como procesos sistémicos. Estos trastornos interactúan con otras enfermedades y precisan de un abordaje global. Asi se ha insistido permanentemente en el encuentro online de la SEMI.
Es obvio que un médico internista tiene esta capacidad, pero la complejidad de estas situaciones puede requerir del apoyo de otras especialidades médicas, como Psiquiatría, Digestivo o Neurología; otros profesionales sanitarios (como psicólogos) o el apoyo de Trabajo social, entre otros actores relevantes. La utilidad de las unidades multidisciplinares en la eficacia de los tratamientos, cumplimiento terapéutico y mantenimiento de la abstinencia está sobradamente demostrada, más allá de los fármacos o esquemas de tratamiento que se utilicen.
El alcohol continúa siendo la droga más consumida en España, según los últimos informes del Observatorio Español sobre Drogas y Adicciones. El 93,2% de la población lo ha consumido al menos en alguna ocasión. En segundo lugar aparece el tabaco, con un 69,6% y en tercera posición el cannabis, con un 40,9% y en un claro ascenso exponencial en la última década. Si observamos los datos de consumo habitual, el consumo de cannabis en al menos una ocasión en el año previo en la población de 15 a 64 años se sitúa en un 10,6%, siendo superado en esta estadística por los fármacos sedantes, con un 13,1% y seguidos por los opioides (6,8%), la cocaína (2,4%) y el éxtasis (0,8%).
Al igual que el cannabis, el consumo de opioides y fármacos sedantes ha experimentado un aumento sustancial en los últimos años. En las estadísticas globales se recogen también aquellos consumos con receta médica; por tanto, resulta difícil conocer con exactitud el porcentaje de personas que los utilizan como droga recreativa.
Las drogas “de diseño” con utilización de diversas sustancias químicas difíciles de detectar han aumentado de forma exponencial en los últimos años, haciendo muy complejo el diagnóstico de intoxicaciones en los servicios de urgencias y, sobre todo, creando dificultades para su manejo médico. Además, estas nuevas sustancias se diseñan en ocasiones recreando la estructura de fármacos analgésicos (como los opioides) o sedantes (como las benzodiacepinas), pero modificándolas y amplificando sus efectos, a la vez que dificultando la posibilidad de revertir los mismos.
El número de atenciones urgentes por intoxicaciones por drogas se mantiene estable. Aunque la detección conjunta de varios tóxicos, sobre todo alcohol, cocaína, cannabis y sedantes combinados entre ellos, se ha hecho cada vez más frecuente en este tipo de asistencias.
Además, el uso de algunos tipos de drogas psicoestimulantes o de sustancias volátiles inhaladas, difíciles de detectar y de consumo cada vez más extendido, ligados a la práctica de relaciones sexuales (ChemSex) ha aumentado también el número de consultas por efectos secundarios o prácticas sexuales de riesgo e infecciones de transmisión sexual relacionadas con el consumo de estos tóxicos. La adquisición de este tipo de productos está en auge y no existe una clara regulación en este momento que permita ilegalizarlos.
Tal y como destaca el doctor Ignacio Novo, uno de los retos actuales es la dificultad para el manejo de las intoxicaciones y el policonsumo de sustancias de difícil detección. La necesidad de formación específica en este campo y la complejidad del abordaje de algunos pacientes provocan que en muchos centros se estén creando unidades multidisciplinares de toxicología clínica, lideradas por internistas, que permitan un abordaje global y eficiente de estas patologías. La creación de este tipo de unidades, universalización de las mismas y reducción de la variabilidad en la práctica clínica diaria en el campo de la toxicología y adicciones son los retos fundamentales para el futuro más próximo.
En la Reunión del Grupo de Alcohol y Otras Drogas de la SEMI también se ha reiterado que “el papel del internista en este campo debe ser el de eje sobre el que gire toda la actividad, ya que el policonsumo de sustancias y los efectos tóxicos de las mismas a cualquier nivel del organismo hacen necesario un abordaje global y un nivel de conocimientos sobre la fisiopatología de diferentes enfermedades que un médico internista tiene y debe aportar“. En este sentido, se ha recalcado que “la futura creación de unidades específicas de Toxicología Clínica debe ser, sin lugar a dudas, un nuevo campo de trabajo para los médicos internistas”.
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En los Servicios de Urgencia estamos harticos de atender cuadros étilicos y cuadros por consumo de estupefacientes cada vez a edades más tempranas… y los politicos a lo suyo.