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Plantando cara al ictus

El ictus es una enfermedad cerebrovascular, definida como un trastorno de la circulación cerebral, de instauración brusca. Aproximadamente en un 85% de los casos, ello se debe a una obstrucción arterial o a una rotura de la misma. Un diagnóstico y tratamiento precoces son imprescindibles para mejorar la supervivencia y posibilidades de recuperación del paciente que sufre un ictus. En la práctica en la mayoría de las comunidades autónomas se ha puesto en marcha el denominado ‘Código Ictus’. Se trata de un procedimiento de actuación basado en el reconocimiento precoz de los síntomas de un ictus con el objetivo de trasladar lo antes posible al paciente al centro hospitalario más próximo para que pueda beneficiarse de una terapia de reperfusión y de cuidados especializados en una Unidad de Ictus.

Fotografía: @Sociedad_SEMI

Las cifras son letales. El ictus continua siendo la primera causa de muerte en las mujeres y la principal causa de discapacidad en Europa. Concretamente en España, según datos extraídos del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2020-2021, el ictus afecta al 1,5% de personas, aunque a partir de los 65 años afecta a seis de cada cien y, a partir de los 80 años, a 10 de cada 100.

Las previsiones actuales señalan que la incidencia de esta enfermedad continuará aumentando debido, entre otras causas, al envejecimiento de la población. Así, se estima que entre los años 2015 a 2035 el número de personas que sufrirán un ictus superarán los cuatro millones y medio en la Unión Europea.

En este marco, recientemente el Diario de Navarra hace unos días publicaba una importante noticia en materia de investigación sobre esta enfermedad cerebrovascular.

Investigadores del Centro de Investigaciones Médicas Aplicadas de la Universidad de Navarra han demostrado que el bloqueo de una proteína de la coagulación durante el proceso de desarrollo de un ictus reduce el daño cerebral en modelos experimentales.

Está comprobado que el ictus isquémico es el más frecuente. Se origina principalmente cuando un trombo obstruye las arterias cerebrales impidiendo el correcto riego sanguíneo. El tratamiento del ictus consiste en la administración de un trombolítico, que actúa deshaciendo el trombo para salvar parte del tejido cerebral en riesgo de morir. Sin embargo, debe administrarse en las primeras horas del ictus. Sin embargo, su eficacia es escasa en el caso de obstruciones de gran vaso y está contraindicado en aquellos pacientes con mayor riesgo de desarrollar complicaciones hemorrágicas.

Paralelamente, se sabe que el factor XIII de la coagulación participa en la formación de los trombos que producen un ictus isquémico. Además, se ha demostrado que está implicado en otros procesos de remodelado de tejidos y de unión de proteínas entre sí que podrían estar implicadas en la resistencia a los tratamientos actuales del ictus. “La novedad de nuestro trabajo se centra en que hemos logrado administrar por primera vez una molécula capaz de bloquear el FXIII mientras se está produciendo el ictus en modelos experimentales”, ha apuntado el doctor Juan Marta, primer autor del trabajo.

Fotografía: @LinkedIn

Por otra parte, tal y como indica la doctora Josune Orbe, investigadora del Cima Universidad de Navarra y directora del trabajo, “hemos demostrado que reduce el daño cerebral y mejora el estado funcional de los ratones”. Las conclusiones se han publicado en la revista científica Journal of Thrombosis and Haemostasis.

El trabajo confirma que la presencia del factor XIII se asocia a una mayor rigidez del coágulo, una mayor densidad de fibras de fibrina (una proteína principal de los coágulos sanguíneos) y una mayor unión de la proteína alfa2-antiplasmina, lo que provoca resistencia a la lisis o “disolución” del trombo. “En esta línea, experimentos de lisis de trombos obtenidos de pacientes con ictus nos muestran una mayor potencia del tratamiento con t-PA cuando se combina con la molécula inhibidora del FXIII, lo que permite aumentar la lisis del trombo”, asegura la propia doctora Orbe.

Este estudio abre una nueva vía de tratamiento en el ictus isquémico mediante la combinación de un inhibidor del FXIII junto con el tratamiento habitual buscando potenciar su efecto. Como aclara la doctora. Orbe, se trata de resultados preclínicos, por lo que son necesarios estudios posteriores para poder plantear la realización de ensayos clínicos.

Este estudio es suma de colaboraciones. Así, se ha podido llevar a cabo gracias a la colaboración de pacientes que han donado sus muestras a los biobancos de la Universidad de Navarra y del Sistema de Salud de Aragón. Se ha realizado en el marco de las Redes de Investigación Cooperativa Orientadas a Resultados en Salud (RICORS)- Ictus y del CIBER Cardiovascular (CIBERCV), con la colaboración de la Clínica Universidad de Navarra, el Hospital Universitario de Navarra, Hospital Universitario Vall d’Hebron y el Hospital Universitario Miguel Servet.

El día 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Ictus. Confiemos que para esa fecha este estudio y otros que vendrán derivados de éste sean ya una realidad para todas aquellas personas que de repente se encuentran totalmente al borde del abismo debido a una enfermedad cardiovascular que limita su vida, en ocasiones, para siempre.

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