A lo largo de la Historia de la ciencia y de la Medicina, siempre nos hemos tropezado con diversos estudios e investigaciones científicos que han marcado una pauta para nuevos proyectos. Han sido antesala para nuevas investigaciones.
En la actualidad, por primera vez nos hemos encontrado con una investigación que asocia la contaminación del aire con el consumo de antibióticos, relación que podría derivar en un nuevo factor de riesgo para las resistencias bacterianas a los tratamientos.
Sin ninguna duda, estamos ante un estudio pionero. De esta forma, el estudio vincula dos fenómenos preocupantes para la salud global. Por un lado, la polución ambiental que por sí sola se ha relacionado con el aumento de diversas patologías respiratorias, por otro, el uso excesivo o incorrecto de antiobióticos, que constituye el desarrollo de bacterias resistentes, que son el caldo de cultivo de infecciones difíciles (y en algunos casos, imposibles) de tratar.
Este estudio se ha realizado por el Idibell, el Hospital de Bellvitge, y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Infecciosas y el de Epidemiología y Salud Pública. Los resultados se acaban de publicar en JAMA Network Open. Demuestran, por primera vez, que la contaminación del aire ambiental puede estar detrás de un mayor consumo de antibióticos. Así ha quedado reflejado en un trabajo realizado en el marco de atención primaria, en el que el principal motivo de prescripción de antimicrobianos son las infecciones respiratorias agudas , aunque también se da el caso de que se dan otros casos en los que los síntomas se deben a infecciones víricas o de otros condiciones.
El doctor Jordi Carratalà, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Bellvitge, es el director del estudio. A este respecto ha manifestado que “la investigación se realizó en las once ciudades más pobladas de Cataluña, incluyendo más de 1,9 millones de habitantes mayores de 12 años. El investigador indica que “analizamos las consultas en atención primaria en las que se prescribieron antibióticos por síntomas respiratorios y lo correlacionamos con la contaminación del aire. Sabemos que las infecciones víricas, bacterianas y la propia irritación causada por el aire contaminado pueden causar síntomas similares como la tos”.
Se analizaron más de ocho millones de prescripciones de antibióticos durante un periodo de ocho años. . Entre esas recetas, se comprobaron casi dos millones de prescripciones en atención primaria fundamentadas por síntomas respiratorios agudos. Así, los tres antiobióticos prescritos con mayor frecuencia fueron amoxicilina, amoxicilina más ácido clavulánico, y azitromicina.
Tras un estudio estadístico, los investigadores observaron que los aumentos en las concentraciones de partículas finas moleculares finas (PM) PM10, PM2.5 y de NO2 (dioxixdo de nitrógeno) se asociaban a un incremento en la prescripción de antiobióticos por síntomas respiratorios agudos en los centros de atención primaria el mismo día de la exposición a los contaminantes. En el caso de PM2.5 también se observó una asociación retardada entre los 7 y 10 días posteriores a la exposición. No olvidemos que las partículas finas que pueden proceder, por ejemplo, de vehículo diésel, o de la combustión fósil, o por entrada de una masa de aire sahariano, tienen capacidad para llegar a los pulmones y al torrente sanguíneo.
El propio Jordi Carratalá manifiesta que “la contaminación del aire ambiental se asoció significativamente a un mayor consumo de antibióticos por síntomas respiratorios agudos, principalmente el día de la exposición”. Esa relación podría ser causada porque la polución irrita las vías respiratorias y provoca síntomas parecidos a los de una infección, además de facilitar una infección bacteriana secundaria que se da mientras el sistema inmunitario está luchando contra las partículas contaminantes”.
Este grupo de investigación considera que al tratarse de la primera publicación científica sobre esta relación, hay que seguir investigación sobre este vínculo en diferentes zonas geográficas del mundo para ampliar resultados.
Por su lado, el grupo Idibell está realizando una segunda parte del trabajo, al objeto de analizar filtros de algunas estaciones donde se monitoriza la contaminación del aire. Así se determina la presencia de genes de resistencia a los antibióticos.
Los hallazgos de este estudio tienen una importancia trascendental. Suponen un paso más que notable hacía la comprensión de los efectos de la contaminación del aire en la salud pública. Se suman, de esta forma, al resto de evidencias sobre la necesidad de adoptas medidas medioambientales más ambiciosas destinadas a mejorar la calidad del aire. De esta forma, reduciremos la carga de enfermedades asociadas que, además de las respiratorias, pueden ser neurológicas, ciertos tipos de cáncer y un claro aumento de la mortalidad.
Los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente referidos a España son demoledores. En el año 2020 se produjeron 17.000 muertes prematuras debidas a la exposición a partículas moleculares finas (PM), 4.800 debidas a NO2 y 2.400 debidas a ozono (O3). Las cifras cobran un sentido más relevador cuando se mide en años de vida potencialmente perdidos, como destacaron recientemente a este medio desde la Sociedad Española de Salud Ambiental (SESA): en 2020 en España fueron 164.700 por PM, 46.600 por NO2 y 24.100 por O3.
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