Técnicas avanzadas basadas en EEG han permitido identificar una serie de anomalías en áreas temporales y parietales tres años antes de que aparezca un trastorno cognitivo.
Un estudio demuestra que «las alteraciones cerebrales relacionadas con las formas más agresivas de deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson [o párkinson] ya se pueden detectar antes de que se manifieste el trastorno cognitivo».
