Los premiados auguran que su eficacia puede ir más allá y ser útiles en Parkinson, Alzheimer, nefropatías, enfermedades metabólicas y otras relacionadas con adicciones.
Los científicos que han sentado las bases para el desarrollo de los nuevos y revolucionarios fármacos frente a la obesidad, como Ozempic, auguran que su eficacia puede ir mucho más allá y ser útiles en el abordaje de patologías neurodegenerativas, como el Parkinson y el Alzheimer, así como en nefropatías, otras enfermedades metabólicas y algunas relacionadas con adicciones y consumo de sustancias.
Así lo han señalado en Oviedo, donde el viernes recogerán el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, que les ha sido concedido por haber logrado establecer las bases endocrinas de la diabetes y la obesidad, patologías prominentes que son un problema global de salud pública sin tratamiento efectivo hasta la fecha.
Los trabajos de Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov están teniendo un enorme impacto clínico y social, según ha recogido el acta del jurado encargado de fallar el premio, ya que han permitido por primera vez el desarrollo de fármacos eficaces para combatir la diabetes y la obesidad. Además, permiten mitigar patologías asociadas como las cardiovasculares.
Svetlana Mojsov ha reconocido que «estamos emocionados» al ver cómo los fármacos desarrollados a partir de sus investigaciones no solo están demostrando eficacia en el abordaje de la obesidad sino que «pueden ayudar en enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson».
Nueva era
Según ha dicho «hemos abierto la puerta a toda una era de investigaciones y puede que en pocos años tengamos nuevas respuestas». Otra enfermedad en la que los nuevos fármacos para la obesidad están siendo probados es el Alzheimer, «y si funciona puede ser una aportación muy importante», ha señalado Svetlana Mojsov.
Esta investigadora ha resaltado el beneficio cardiovascular ya demostrado por los nuevos fármacos para la obesidad y el potencial para tratar también algunas nefropatías. «De verdad pensamos, que estamos abriendo nuevas fronteras en el abordaje de las enfermedades metabólicas y neurodegenerativas», ha dicho.
En la misma línea se pronunció Daniel J. Drucker quien señaló el potencial de los nuevos fármacos en hepatopatías, enfermedades metabólicas en general, enfermedades de arterias periféricas y también en algunas relacionadas con la psiquiatría, el abuso de sustancias y las adiciones. «En uno o dos años tendremos datos muy interesantes que van más allá de las enfermedades neurodegenerativas» y ha añadido que «estamos en un momento muy especial».
En lo que al abordaje de la obesidad y la diabetes se refiere, los galardonados con el Premio Princesa de Asturias destacaron el beneficio de los nuevos fármacos que va más allá de la pérdida de peso, al reducirse el riesgo cardiovascular global, pero destacaron la importancia de que el tratamiento con fármacos vaya acompañado de cambios en el estilo de vida, con dieta sana y práctica de ejercicio físico, según ha recalcado Drucker.
Remisión de la diabetes
Jens Juul Holst destacó un estudio desarrollado en pacientes con diabetes que encontró que entre quienes logran perder un 15% de peso se consigue algo tan importante como una remisión de la diabetes en el 85% de los casos, «lo que demuestra lo importantísimo que es la pérdida de peso en los pacientes con diabetes».
En cuanto a los ensayos con tirzepatida han encontrado que «reduce la incidencia de diabetes en un 94%, lo que constituye un hallazgo sensacional», ha indicado Holst.
Jeffrey M. Friedman señaló que algunas personas que buscan perder peso lo hacen por el estigma social asociado a la obesidad cuando explicó que lo importante es poner el foco en la salud global y en los beneficios para la misma que se consiguen con la reducción del peso, incluso en aquellos pacientes que no son diabéticos, por ejemplo, en cuanto a disminución del riesgo de infarto de miocardio.
Por ello los investigadores insistieron en la importancia de aprovechar la fase de adelgazamiento que se consigue con los nuevos tratamientos para consolidar esa reducción, una vez terminada la terapia, introduciendo hábitos relacionados con la alimentación equilibrada y el ejercicio físico, indispensable para compensar la pérdida de grasa y conservar el tejido muscular, aspecto en el que insistió Holst.
Con respecto a los problemas de desabastecimiento que están afectando a los nuevos fármacos para el tratamiento de la obesidad, los investigadores no se mostraron muy optimistas en cuanto a que puedan ser resueltos a corto plazo por las dificultades para su producción y distribución a nivel mundial.
Drucker resaltó que «necesitamos soluciones mejores como puedan ser las pastillas que ya están en estudio fase 3 y son mucho más baratas y fáciles de fabricar y comercializar». Según sus previsiones el problema de desabastecimiento puede comenzar a resolverse en un plazo de entre 3 y 5 años.
En relación con este aspecto, Svetlana Mojsov indicó que «nos encontramos ante una oportunidad para encontrar nuevas maneras de desarrollar este tipo de péptidos que resulten más rápidas y baratas».
Los hallazgos
El jurado del Premio Princesa de Asturias ha tenido en cuenta para galardonar a estos científicos el gran avance en el tratamiento de la diabetes tipo 2 que se ha producido en los últimos años, con la aparición de fármacos que utilizan como principio activo la semaglutida, un péptido semejante a una hormona, el glucagón-1 o GLP-1, que juega un papel de contrapeso de la insulina en el equilibrio del azúcar en sangre.
Cuando el nivel de azúcar baja, el glucagón induce al hígado a liberar glucosa y cuando sube se genera más insulina, que se encarga de reducir el exceso. Además, la semaglutida produce una notable reducción del apetito, lo que ha convertido en un éxito al Ozempic, uno de los fármacos producidos con este principio activo. La revista Science designó a estos fármacos contra la obesidad como el mayor avance científico de 2023. Drucker, Habener, Holst y Mojsov comparten el reconocimiento de haber iniciado y desarrollado esta investigación desde los años setenta del pasado siglo. Desde sus diferentes laboratorios estudiaron las hormonas que intervienen en el proceso y regulan el metabolismo digestivo, como la somatostatina, que inhibe la producción de glucagón y de insulina, y variantes del glucagón, denominadas GLP-1 y GLP-2, y comprobaron que este sistema de homeostasis podía ser una diana terapéutica efectiva contra la diabetes de tipo 2.
La semaglutida (como algunas otras moléculas semejantes) funciona como agonista del receptor del glucagón GLP-1, por lo que inhibe la producción de esta hormona, reduciendo los niveles de azúcar en sangre y mejorando el crecimiento de las células betapancreáticas, responsables de la producción y liberación de insulina. Además, se ha comprobado que tiene efectos protectores de accidentes vasculares en adultos con obesidad, indicación autorizada recientemente por la agencia reguladora estadounidense FDA.
Por su parte, Friedman descubrió en 1994 otra hormona, la leptina, que se genera en las células grasas o adipocitos y actúa sobre la región cerebral que controla el apetito. Se trata de un sistema en equilibrio: cuanta más grasa hay más leptina se produce, lo que disminuye el apetito, reduciendo la grasa del organismo y por tanto la producción de leptina. En el caso de los obesos este mecanismo está desequilibrado. También ha estudiado la predisposición genética a la obesidad.
(Información extraída del portal Diario Médico)