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Hablando del ictus en su día mundial

Ayer, 29 de octubre se conmemoró el Día Mundial del Ictus. Con tal motivo, la Sociedad Española de Neurología (SEN) hizo publica una nota de prensa, en la que publicaba unos datos que tienen que preocupar no sólo a la comunidad científica y sanitaria, sino a la sociedad en general.

Fotografía: @seneurologia

Según la SEN, anualmente se producen alrededor de 12 millones de casos de ictus, y más de 7 millones de fallecidos en el mundo. Poniendo el foco en España, se señala que cada año se producen 90.000 nuevos casos de ictus y más de 23.000 fallecimientos.

Esta enfermedad cerebrovascular que es, en todo el mundo, la segunda causa de muerte más común (después de la cardiopatía isquémica) y la tercera causa más común de discapacidad (en Europa es la primera), según los datos del último estudio “Global Burden of Disease (GBD)”. Este mismo estudio apunta, además, que cada año y en todo el mundo se producen casi 12 millones de casos de ictus y más 7 millones de fallecimientos por esta enfermedad. Unas cifras que, comparadas con los datos que se manejaban hace 30 años, suponen un aumento del 70% en el número de casos, un incremento del 44% en las muertes y un 32% más de discapacidad.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología, más del 30% de las personas que sobreviven a un ictus en España, están actualmente en situación de dependencia, debido a la discapacidad a largo plazo que les ha provocado las secuelas enfermedad. El ictus es la primera causa de discapacidad en España y, en al menos el 40% de los casos, el ictus deja importantes secuelas.

«Existen dos tipos principales de ictus: el ictus isquémico, al que corresponden casi el 80% de los casos de ictus que se dan en España, y que se produce cuando un trombo impide u obstaculiza la llegada de sangre al cerebro; y el ictus hemorrágico, que supondría casi el 20% de los casos restantes, y que se genera cuando es la rotura de alguno de los vasos sanguíneos del cerebro la que compromete la circulación sanguínea», explica la Dra. Mª Mar Freijo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. «En todo caso, e independientemente del tipo de ictus, la rapidez con la que se haya recibido atención médica ante la aparición de los primeros síntomas, influirá enormemente en el pronóstico de los pacientes. Teniendo en cuenta que, por cada minuto que pasa sin que llegue la sangre al cerebro se mueren casi 2 millones de neuronas, se explica por qué la frase ‘el tiempo es cerebro’ va siempre asociada a esta enfermedad. Si se sospecha que una persona está sufriendo un ictus se debe llamar inmediatamente a los servicios de urgencia porque es una emergencia médica».

En los últimos años, y gracias a los avances que se han producido en Europa y, en concreto en España, tanto en tratamiento como en identificación de la enfermedad, así como en la cada vez mayor implantación de las Unidades de Ictus (áreas de hospitalización especiales para el ingreso de pacientes con ictus) o del Código Ictus (procedimiento de actuación coordinada de todos los profesionales sanitarios ante una sospecha de ictus), la tasa de mortalidad de esta enfermedad ha descendido considerablemente. Se estima que, respecto a los últimos 30 años, las tasas de mortalidad han descendido más de un 68% en los países de Europa Occidental.

Fotografía: @lavozdegalicia

La SEN también aporta otro dato significativo. Solo un 50% de la población española sabe reconocer los síntomas de esta enfermedad y que el porcentaje de población que sabe que ante cualquier síntoma de ictus se debe llamar a emergencias, es aún menor. Por esa razón, insiste en recordar que ante estos síntomas:

  • Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo.
  • Generalmente afecta a una mitad del cuerpo y se manifiesta sobre todo
  • en la cara y/o en las extremidades.
  • Alteración brusca en el lenguaje, con dificultades para hablar o entender.
  • Alteración brusca de la visión, como pérdida de visión por un ojo, visión
  • doble o pérdida de la visión en algún lado de nuestro campo visual.
  • Pérdida brusca de la coordinación o el equilibrio.
  • Dolor de cabeza muy intenso y diferente a otros dolores de cabeza.

Es fundamental llamar al 112, incluso aunque desaparezcan a los pocos minutos.

A su vez, también hay margen de mejora en la prevención de la enfermedad. Tener una edad avanzada es un factor de riesgo para padecer un ictus y por esa razón se estima que en los próximos 10 años aumente su prevalencia en los países de la Unión Europea. Pero la edad no es el único factor de riesgo para padecer la enfermedad. De hecho, en Europa, los principales factores de riesgo de ictus son la hipertensión arterial y el colesterol alto, unos factores de riesgo que pueden controlarse.

En este sentido la doctora Mª Mar Freijo ha manifestado que estimamos que cerca del 90% de los casos de ictus se podrían evitar con un estilo de vida saludable porque muchos de los factores de riesgo de un ictus son modificables o controlables. Por ejemplo, los principales factores de riesgo de un ictus, como son la hipertensión arterial y el colesterol alto o la diabetes, pueden controlarse. Y está en nuestra mano evitar otros como el tabaquismo, el sedentarismo, la mala alimentación, la obesidad, el alcoholismo, el consumo de drogas… Actualmente uno de cada cuatro españoles padecerá un ictus a lo largo de su vida y es responsabilidad de cada uno de nosotros intentar disminuir esa cifra.

Fotografía: @ConSalud_es

El año pasado, coincidiendo con esta misma conmemoración se publicó un artículo titulado El ictus, una enfermedad cardiovascular previsible. En él se escribió: «El tratamiento temprano y adecuado puede mejorar significativamente el pronóstico del paciente. Los objetivos del tratamiento son restablecer el flujo sanguíneo cerebral, controlar factores de riesgo y prevenir futuros episodios. La rehabilitación, que incluye terapia física, ocupacional y del habla, es crucial para la recuperación funcional de aquellos que quedan con secuelas tras un ictus.

En el caso del ictus isquémico, que es el más frecuente, el tratamiento consiste en retirar la obstrucción durante la fase aguda (primeras 24 horas), bien con un fármaco trombolítico o mediante trombectomía mecánica».

Desde la SEN también quieren insistir en que el ictus no es una enfermedad exclusiva de personas mayores: aproximadamente un 15-20% de los pacientes tienen menos de 50 años e incluso, aunque infrecuentes, se pueden dar casos de ictus infantil. Y si bien sigue siendo una enfermedad que se da con más frecuencia a partir de los 65 años, en los últimos años ha habido un aumento en la incidencia entre personas de 20 a 64 años y las causas de este aumento tienen que ver fundamentalmente con los estilos de vida poco saludables.

Con el objetivo de avanzar en mejorar la prevención, atención y rehabilitación del ictus, la SEN y sus miembros sen han involucrado muy activamente en la actualización 2024 de la Estrategia en Ictus del Sistema Nacional de Salud, que fue presentado el pasado 22 de octubre, y que supone dar un paso más en el camino que marcó la Estrategia en Ictus del Sistema Nacional de Salud, presentado en 2009.

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