Los desastres naturales no importan enfermedades, ni los cadáveres son fuente de epidemia, pero un saneamiento y alcantarillado ineficaces pueden favorecer ciertas infecciones.
Si bien los desastres naturales no importan enfermedades infecciosas a las zonas afectadas, sí pueden aparecer brotes de patología infecciosa como resultado secundario de la exacerbación ciertos factores de riesgo. La mala higiene, el hacinamiento, la falta de agua potable, y un saneamiento ineficaz y alcantarillado deficientes pueden favorecer determinadas enfermedades.
También es importante tener en cuenta, como recuerdan desde el Ministerio de Sanidad, que no hay evidencia científica de que la contaminación de aguas por cadáveres humanos o animales constituya un riesgo importante de enfermedades epidémicas (cólera, tifus y otras) tras un desastre natural.
“La mayoría de microorganismos no sobreviven mucho tiempo en el cuerpo humano tras la muerte. Las infecciones que podrían causar estos problemas no son epidémicas en España. En caso de que surjan infecciones, es más probable que su origen provenga de los propios supervivientes”, escriben en un comunicado enviado hoy lunes.
“Aun así, sí es posible que algunas aguas o lodos estén contaminados y transmitan infecciones digestivas, provocando diarreas o vómitos. Ante cualquier hallazgo, es fundamental ponerse en contacto con las autoridades y profesionales con formación específica”, advierten.
Pedro Gullón, director general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, especifica en un vídeo difundido desde Sanidad que «es probable que de las aguas estancadas comiencen a surgir problemas de salud pública como puede ser la aparición de mosquitos que puedan transmitir enfermedades. Vamos a trabajar también en el análisis de esos puntos de posibles vectores de enfermedad para intentarnos adelantar a su posible aparición y poder actuar de la mejor manera posible».
Por su parte, la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), destaca que las enfermedades diarreicas son la principal causa de infección en países desarrollados afectados por un desastre y “suelen estar relacionadas con la contaminación de las fuentes de agua (contaminación fecal) y la contaminación del agua durante el transporte y el almacenamiento”; así como con “el uso compartido de recipientes para el agua y ollas, la escasez de jabón y los alimentos contaminados”.
Asimismo, los especialistas de SEMES señalan que “la leptospirosis es una enfermedad endémica en Valencia por las riadas, por la albufera y por las acequias”. Las bacterias del género Leptospira se localizan fundamentalmente en tres lugares en España: el Delta del Ebro, la Albufera de Valencia y las Marismas de Huelva. “Puede transmitirse a través del contacto con agua, alimentos y suelo contaminados que contengan orina contaminada (leptospiras) de animales infectados (por ejemplo, roedores)”.
La sociedad científica de los urgenciólogos detalla en un comunicado emitido también hoy lunes que “la contaminación ocurre a través del contacto de la piel lesionada y las membranas mucosas con agua, suelo húmedo o barro contaminado con orina de roedores. Las inundaciones facilitan la proliferación de roedores y la propagación de leptospiras en una comunidad humana. A menudo se trata de un cuadro débil y autolimitado, pero puede dar lugar a la aparición de fiebre, cefalea, artromialgias, diarrea o dolor abdominal”.
En cuanto a los cuadros clínicos graves, menos frecuentes pero posibles, observan que pueden dar lugar a un fallo orgánico, “pero existe tratamiento antibiótico eficaz”.
La tríada de infecciones posibles en esta situación se completa con el tétanos, “un problema de salud pública grave entre las personas con infecciones en las heridas y las poblaciones no vacunadas. La enfermedad se asocia a menudo con lesiones por aplastamiento y heridas contaminadas”, aducen.
Las fases clínicas tras la catástrofe
Mañana martes se cumple una semana de las inundaciones en Valencia, lo que se clasifica dentro de la fase clínica 2 de los desastres naturales, la fase posterior al impacto (de 4 días a 4 semanas); este es el periodo en el que pueden surgir las primeras oleadas de enfermedades infecciosas (infecciones transmitidas por el aire, los alimentos o el agua).
Previamente, en la fase clínica 1 (que dura unos cuatro días desde que se produce la catástrofe), generalmente se rescata a las víctimas y se proporciona el tratamiento inicial de las lesiones relacionadas con el desastre.
A partir del mes, la fase clínica 3 se considera de recuperación: “Es el período en el que los síntomas de las víctimas que han contraído infecciones con largos períodos de incubación o aquellas con infecciones de tipo latente pueden volverse clínicamente evidentes”, indican en SEMES.
“Los equipos de respuesta de salud pública deben realizar una evaluación rápida del riesgo de enfermedades durante la primera semana del desastre para identificar los impactos del desastre y las necesidades de salud. Las medidas de prevención y control rápidas y adecuadas, y los sistemas apropiados de gestión de casos y vigilancia son esenciales para minimizar la carga de enfermedades infecciosas”, declaran.
20 litros por persona y día
Y concretan que para la planificación del sitio algunos requisitos típicos incluyen “proporcionar 3,5 m2 de espacio de refugio por persona; construir una letrina por cada 20 personas, y ubicar las letrinas a 30 m de distancia de los refugios y a 100 m de distancia de los suministros de agua”.
La planificación, en la práctica, “debe proporcionar soluciones adecuadas a las necesidades de agua y saneamiento y cumplir con el requisito mínimo de espacio por persona para prevenir enfermedades transmitidas por el agua y el aire”. En concreto, se considera un suministro adecuado de agua un mínimo de 20 litros por persona y día, “para beber, bañarse, lavarse y para la eliminación de excrementos, así como para la gestión de los desechos sólidos”, algo esencial para “prevenir brotes de enfermedades diarreicas y otras enfermedades transmitidas por vectores”.
(Noticia publicada ayer, martes día 5 de noviembre en el portal Diario Médico)
