Brescó (SEGO): «Nunca aceptaremos realizar un listado de objetores al aborto»

Pere Brescó Torras, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), confiesa que le gustaría tener una relación «más directa» con el Ministerio de Sanidad.

Es el presidente de los 9.500 ginecólogos y obstetras que ejercen en España, agrupados en la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), una sociedad científica con más de 150 años a sus espaldas. 

Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Zaragoza, especialista en Ginecología y Obstetricia por la Universidad Libre de Bruselas (ULB), y doctorado por el mismo centro con matrícula de honor, Pere Brescó Torras (Igualada, 1959) es el jefe del servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital General de Igualada.

 

Pregunta. Un año al frente de la SEGO, ¿cuál es su balance?
Respuesta. Muy positivo. Tengo una edad y creo que es la última cosa que haré dentro de la Ginecología y me hace mucha ilusión, porque es como devolver algo de lo mucho que me ha dado la profesión.
P. ¿Qué tal su relación con el Ministerio de Sanidad?
R.  Hemos pedido una reunión con la ministra Mónica García, pero, por ahora, no tenemos respuesta.
P.  ¿Cuánto tiempo llevan esperando?
R.  Seis meses o así.
P.  ¿A qué achaca esa falta de respuesta?
R. Entiendo que tienen mucho trabajo, pero nosotros, como sociedad científica, contamos con las mentes que más conocen de cada patología ginecológica. Así que creo que la relación con el ministerio debería ser más íntima.

La SEGO debería dirigir todo lo relacionado con la Ginecología en ese nivel. En mi caso, siempre que he necesitado conocer de algo nuevo, he ido a buscar a la gente que más sabe de eso. Creo que esa tendría que ser la dinámica del Ministerio de Sanidad y, pienso, que están en ello. Pero, a veces, cuesta.

P.  Usted, además, es presidente de la Comisión Nacional de la especialidad…
R.  Sí, pero siempre pido más. Me gustaría que nuestra relación con el Ministerio de Sanidad fuera más directa.
P.  En las regulaciones sobre el aborto, ¿considera que han sido escuchados?
R.  Nosotros estamos para mejorar la calidad de vida de la paciente, de la mujer, que es nuestra especialidad. Con la cual, hay cosas, como el aborto, donde siempre nos van a encontrarán al lado de la mujer. Pero, el ministerio no nos encontrará para hacer un listado de objetores de conciencia al aborto.
P.  Sin embargo, la intención manifestada por la cartera de Mónica García es hacer ese registro de objetores

R. Sí y creo que se equivocan. Hay que respetar tanto a las pacientes, como a los profesionales. La objeción es una cuestión muy personal, donde el Estado no tienen ningún derecho a pedirnos que hagamos un listado con los objetores. Nunca aceptaremos eso, porque va en contra de los derechos de las personas.Cada uno puede tener la idea que sea, pero no puede haber un listado diciendo: tú eres bueno o tú eres malo. Además, ese registro no tiene ninguna viabilidad, porque hay gente, como yo [jefe de servicio], que se ha negado a dar ese listado. Que yo sepa, no se ha llegado a completar en ningún sitio.

P.  La justificación que está detrás de la creación del registro de objetores -y que el ministerio da- es la de poder organizar la prestación al aborto.
R.  Nosotros prestaremos el servicio. Nadie se ha negado a prestar ese servicio, pero con respeto a los profesionales y a las pacientes. No se puede hacer un listado de gente buena y gente mala.

P.  ¿Habéis trasladado ese mensaje al Ministerio de Sanidad?

R.  El día que nos dejen, lo haremos. Se lo hemos trasladado a nuestros ginecólogos y obstetras.
P.  Imagínese que tiene ese encuentro con Sanidad y le preguntan cómo es posible que con 9.500 ginecólogos y obstetras haya problemas para practicar abortos en los centros públicos y no los haya en los privados.
R.  Los ginecólogos somos conscientes de que hay que tratar todos los problemas que pueden surgir en nuestra profesión y este es un problema más, pero al que se le ha dado un boom, que no lo requiere.

Hay comunidades autónomas en las que esta prestación está ya transferida al sistema público y no ha pasado nada. Hay otras, en las que no. En todo caso, no es un tema prioritario para un ginecólogo. Nadie ha estudiado tantos años para hacer abortos, pero se entiende que hay que hacerlos.

También me gustaría que los planes de Sanidad no fueran solo pensar en cómo hacer los abortos, sino también en cómo prevenir que ninguna mujer tenga que pasar por un trauma como este. No es un éxito hacer un aborto, el éxito es que no tuviéramos que hacer ninguno, porque la sexualidad responsable llegase a todo el mundo.

Estamos muy enfocamos en una cosa, cuando tendríamos que estarlo en otra. De todos modos, los ginecólogos darán la talla cuando se les pida. Pero también vamos a intentar que nadie sufra por nada, porque lo haga quien lo haga, es un sufrimiento para algunas mujeres.

P.  Otro tema, ¿cuál es la postura de su sociedad en relación a los tratamientos farmacológicos para la menopausia?
R. Nosotros somos médicos, no somos abogados ni jueces. Tenemos que estar al lado de todo el mundo y ayudar no significa solo dar pastillas. Lo que se debe hacer es un traje a medida.
P.  ¿En qué sentido?
R.  Los tratamientos hormonales valen para la mujer si están indicados. La decisión del tratamiento debe ser compartida. Es decir, como médico voy a explicar a la paciente cuál es el mejor proceso y ella va a poder tomar una decisión, conociendo las consecuencias.

Me he pasado muchos años estudiando para explicar a la mujer qué es lo mejor para ella. Pero hay que verlo con ella, conocer sus dudas y qué otras posibilidades existen. De esta manera, vamos a determinar cuál es el mejor tratamiento específico para su caso.

P.  Esa reflexión me lleva a preguntarle si las gestantes pueden elegir cómo finalizar el parto.
R. La mujer puede decidir todo, evidentemente, pero, como médico, lucho por la mejor salud de la mujer y del niño. Con lo cual, si la paciente decide no hacer caso al médico, lo que tiene que hacer es no ir al médico. El sistema nacional de salud está hecho y pensado para evitar la morbimortalidad que existía hacía tiempo. Y es que se puede parir en el mar, claro. Pero no lo hacemos, porque sabemos que lleva a una morbimortalidad muy importante.

Existe la libertad de la mujer a hacer lo que quiera, pero mi obligación, como profesional, es seguir lo mejor para la mujer y para el niño y nadie me puede obligar a hacer daño. Si viene una señora con la intención de hacer daño en su vida, no voy a ser cómplice de ello.

P.  La mortalidad en el parto se ha reducido. ¿Cree que estos datos tan favorables pueden llevar a la sociedad a no entender que algo salga más?
R.  A ver, hay que tener claro dos cosas. No somos dioses y hacemos lo mejor que podemos y sabemos. Lo que antes se veía como normal, ahora hemos encontrado técnicas mejores y ya no lo hacemos. Pero eso no quiere decir que lo que hacíamos antes se hiciera mal, sino que se hacían las cosas según el conocimiento que se tenía en ese momento. Por supuesto que hay que hacer partos humanizados. En eso, los obstetras estamos totalmente de acuerdo.

Aceptamos que antes, igual, había formas de parir en distintos hospitales que eran más… como una cadena de coches, por decirle algo. Ahora, a la mujer hay que explicarle todo y consensuar con ella el parto, pero no perdamos el norte. Nuestro objetivo es luchar para que la mujer y el niño salgan sanos.

P.  Hace unos años se popularizó el término de violencia obstétrica, tanto que estuvo a punto de quedar recogido en una ley. ¿Qué le genera esa expresión?
R.  Inmadurez, lástima… Violencia es hacer daño de forma voluntaria. A los ginecólogos que se les acuse de hacer violencia obstétrica, que los lleven a los juzgados, los denuncien y les pongan en la cárcel. Nunca en mi vida he hecho violencia obstétrica, porque he luchado siempre para intentar hacer el bien a la mujer. Así que el término de violencia obstétrica no existe y es una aberración.
P.  ¿Qué le diría a quien cree que hacer una episiotomía en un parto es violencia obstétrica?
R.  Hubo una época en la que se consideraba que hacer una episiotomía era imprescindible para que saliera el niño y no hacerla era mala praxis. Ahora se ha evolucionado y hemos visto que protegiendo el periné no hace falta hacerla en todos los casos, pero sigue siendo una técnica que evita una lesión más fuerte del periné. Si nos pasamos al otro lado, si negamos la posibilidad de hacer ese pequeño corte, corremos el riesgo de una rotura de los esfínteres anales, que dejan una incontinencia fecal para toda la vida. Hay que valorar las circunstancias y, cuando sea necesario, se debe hacer una episiotomía.

¡¿Que hay mala praxis?! Somos 9.500 ginecólogos y obstetras. Probablemente, como en todas las profesionales, hay alguien que puede hacer mala praxis y, claro, hemos de luchar contra la mala praxis.

P.  En esta batalla contra el envejecimiento, ¿no cree que la mujer se lleva la peor parte?
R.  Desde mi postura de hombre de 65 años, creo que eso era antes. Cada vez más, la mujer está cogiendo su sitio en la sociedad. No creo que haya complejos, ni diferencias significativas. En la medicina hay poca diferencia de sexo, en ningún sentido. De hecho hay más médicos que son mujeres que hombres y en Ginecología, también. Esto que ves [señalándose a sí mismo] es una rareza.
P. Pero en los 150 años de la SEGO no ha habido ninguna presidenta mujer, ¿verdad?
R.  Por el momento, no. Pero la presidencia la elige el pueblo. Creo mucho en la igualdad. Tengo un servicio en el que todos son mujeres, porque quiero al mejor profesional y si el mejor profesional es una mujer, pues tendrán que serlo. Esa es la igualdad.
(Entrevista publicada en el portal Diario Médico el día 28 de noviembre de 2024)

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