Álvaro Goyanes, de la Universidad de Santiago de Compostela, afirma que permite ajustar dosis, controlar la liberación del fármaco y fabricar formas o sabores.
Imaginemos un escenario futurista. «El paciente va al médico porque no se siente bien o algún test diagnóstico le confirma que algo no va bien. Entonces, el médico hace una prescripción digital, que se trasforma en un diseño 3D digital en la farmacia, que se usa para imprimir un medicamento personalizado. El paciente se toma el medicamento, se hace una evaluación clínica de su evolución y el paciente puede continuar dando vueltas en este círculo virtuoso de la medicina personalizada hasta lograr la remisión de la enfermedad. En cada vuelta, el paciente recibe un mejor tratamiento y, a mayores, se generan datos e información que servirán para tratar mejor también a otros pacientes. Todo controlado por una inteligencia artificial«.