Rocío González Blanco era la supervisora de la uci polivalente del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid cuando en marzo de 2020 los centros sanitarios colapsaron con pacientes de covid. “El hospital se convirtió en una trinchera, pero juntos no enfrentamos al miedo y nos dejamos la piel”, recuerda cuando se cumplen cinco años de la pandemia.
“Para todos los sanitarios el hospital es nuestra casa, donde pasamos muchas nochebuenas y muchos cumpleaños, y esa casa se fue transformando y se convirtió en una trinchera”, explica la enfermera de uci Rocío González a EFEsalud.
El tsunami fue tal que convirtió prácticamente todo el Ramón y Cajal en un hospital covid, las camas en uci se multiplicaban con pacientes críticos a los que salvar de una enfermedad hasta entonces desconocida para la que no teníamos inmunidad.
En esos momentos iniciales de caos fue cuando en la uci “el equipo apretó los dientes, dio un paso al frente y dijo ‘Aquí estamos y aquí lucharemos’ a pesar del miedo y la incertidumbre. Yo no podía estar más orgullosa. Había gente a la que tenías que decir: ‘Por favor vete ya a casa a descansar”.
De hecho, en los primeros turnos de la crisis, “se tuvo que atender a muchos compañeros con ataques de ansiedad importantes”.
Y al día siguiente vuelta a empezar: “Venía pensando en cuántos pacientes más me iba a encontrar, en cuántos ya no estarían”.
Pero una cosa estaba clara, había que coger la mano del paciente aislado y aterrado ante la incertidumbre: “Voy con un EPI pero te voy a coger de la mano, esto es muy del equipo de enfermería, coger la mano a veces da más consuelo del que en un principio parece”.
Y prosigue: “Me ponía en los zapatos del paciente. Qué miedo cuando le decían que era covid. Pero ahí estaba el equipo de enfermería para darle la mano”.

La llegada del paciente cero
Rocío González terminó convirtiéndose en la supervisora de lo que se llamó “macro uvi covid”. En marzo de 2020 se paso de una normalidad de 14 camas a 70 y a gestionar a 470 profesionales, “todo en un tiempo récord”. Ella organizaba y daba soporte a sus compañeros.
Recuerda que el paciente cero del Hospital Ramón y Cajal fue un hombre con problemas coronarios que dio positivo en coronavirus. “Ya está aquí, empezamos la batalla”.
Y el afectado llegó a la fase más complicada de la enfermedad, necesitó ventilación mecánica, pero también fue el primer paciente de España al que se le quitó esa ayuda respiratoria: “Hoy está perfectamente y seguimos teniendo contacto con él. En medio del horror y la indefensión teníamos también noticias buenas, los pacientes que salían adelante”, comenta con una sonrisa.
Rocío González: La enfermería, una resiliencia bestial
A pesar de las dificultades, la unión fue fundamental: “Nos cuidábamos, nos protegíamos los unos a los otros” y “aprendimos que el trabajo en equipo nos hacía fuertes”.
“El equipo de enfermería demostró una resiliencia bestial”, asegura, ante una situación de crisis inesperada, pero esto también pasó factura a la salud mental de los profesionales sanitarios.
“El paciente no ha elegido ser paciente. Yo he elegido ser sanitaria, pero el desgasta emocional traspasa el uniforme”, subraya.

Rocío González comenta que hubo sanitarios que dejaron la profesión después de la pandemia, “pero otros se empoderaron, vieron que merecía la pena”.
Durante la pandemia, la enfermera recibió muchos mensajes de apoyo mientras su día a día transcurría sin descanso en el hospital: “Desde aquí pido perdón porque casi nunca me daba tiempo a contestar”, como tampoco apenas podía salir a las 20.00 horas a recibir los aplausos de la población confinada.
La falta de recursos tanto de material sanitario como de equipos de protección individual (EPI) era otro de los desafíos.
Y una vez que ya había suficientes trajes EPI tampoco era fácil soportarlos: “El calor que daban, tienen mucho plástico y los llevábamos muchas horas. Ponerse un EPI es fácil, pero luego había que quitárselo y volvérselo a poner”, indica.
¿Qué se ha aprendido?
Una de las lecciones aprendidas es protegerse en el ámbito hospitalario de las enfermedades infecciosas, no solo con EPI sino también hacer un mejor uso de la mascarilla, pero también las ucis han cambiado en su estructura.
“La mayoría de los boxes tienen esclusas, son entornos más amplios”, apunta la especialista, sin olvidar contar con planes de contingencia ante nuevas amenazas, de un uso eficiente y eficaz de los recursos materiales.
Y, por supuesto, el trabajo en equipo: “Íbamos modificando nuestra forma de trabajar según conocíamos la enfermedad” y pone como ejemplo haber incorporado a los cuidados críticos, a raíz de la pandemia, la figura del fisioterapeuta que ayuda a la movilidad y a la rehabilitación respiratoria.
Ahora el paciente que ingresa en las ucis lo hace con covid pero no por covid. Las vacunas nos han protegidos de las formas más graves de la enfermedad.
La enfermera Rocío González pide que no nos olvidemos de lo que pasamos en la pandemia y que se siga utilizando la mascarilla en caso de síntomas para proteger a quienes nos rodean: “A todo virus respiratorio hay que tenerle respeto”, concluye.
(Publicado en EFE SALUD el 5 de marzo de 2025. Fuente: Hospital Ramón y Cajal)