Los cambios en el clima están generando un entorno más hostil para los pacientes alérgicos, pero también pueden originar que personas sin este trastorno se vuelvan alérgicas.
El cambio climático ya puede considerarse un factor de riesgo de desarrollo de alergia a pólenes, así como a otras patologías alérgicas. «Rotundamente sí», ha señalado a DM Darío Antolín, vicepresidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), entidad que acaba de presentar sus previsiones de índice de polen para la primavera de 2025 que, según los expertos, y debido a las últimas precipitaciones puede adelantar los picos de alergia.
Según Antolín, que también es miembro del Grupo de Trabajo de Alergia sobre Medio Ambiente, Contaminación y Cambio Climático, las progresivas variaciones del clima, tal y como lo vienen subrayando organismos como la SEAIC, el Ministerio de Sanidad e incluso internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), «producen cambios significativos en el metabolismo de las personas, así como en la expresión de los alérgenos; variaciones que pueden provocar que una persona no alérgica se convierta en alérgica o que se agraven síntomas en personas alérgicas, por ejemplo». Y es que, como subraya Arantza Vega, presidenta electa de la SEAIC, «la salud del ser humano se alinea con la del resto de las esferas y hábitat en los que vivimos». Estas variaciones climáticas y su impacto en el ser humano y en otros seres vivos son el objetivo de «proyectos globales de entidades como la Sociedad Mundial de Alergia y de la OMS», indica Vega.
Los especialistas prevén que más de un tercio de la población mundial pueda presentar alergia respiratoria en unas décadas, constituyendo los pólenes una de las sensibilizaciones más relevantes. Se trata de la «epidemia no infecciosa más importante del siglo XXI», considera Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC, quien ha subrayado además que la contaminación y el cambio climático están intensificando las alergias respiratorias en España.
Las partículas contaminantes, como el CO2, no solo agravan los síntomas de las personas alérgicas, sino que también alteran la composición y la agresividad de los pólenes que se muestran más «estresados y que conduce a que sus antígenos tengan mayor repercusión en las personas alérgicas, así como en las mucosas, que se ven más alteradas y afectadas». Además, el calentamiento global está extendiendo los períodos de polinización, haciendo que las estaciones alérgicas sean más largas e intensas. «La OMS ya considera que en los próximos años el 50% de la población mundial presentará algún tipo de enfermedad alérgica».
La contaminación del aire recrudece la sensibilidad a los alérgenos y potencia sus efectos en la salud respiratoria. Un informe de la OMS confirma que la exposición a contaminantes como el dióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas en suspensión (PM2.5) alteran la barrera protectora de la mucosa nasal, la piel y la conjuntiva ocular, facilitando la penetración del polen y otros aeroalérgenos. Asimismo, tras eventos climáticos extremos, se ha observado un aumento de la contaminación del aire, «lo que refuerza el impacto negativo sobre la salud de las personas con alergias», señala Zapata.
Entornos más hostiles
El impacto del cambio climático en las enfermedades alérgicas es, por tanto, cada vez más evidente. Datos recientes señalan que el incremento de las temperaturas «podría ocasionar un aumento en la producción polínica y en la cantidad de alérgenos de los granos de polen, extendiendo, además, la duración de las estaciones polínicas. «Este fenómeno agrava síntomas en personas alérgicas y favorece la aparición de nuevas sensibilizaciones en la población general», señalan los alergólogos.
Los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, fuertes vientos, calimas o tormentas eléctricas, también desempeñan un papel clave en la dispersión de aeroalérgenos. Algunos estudios han demostrado que las tormentas eléctricas, por ejemplo, pueden fragmentar los granos de polen en partículas microscópicas que penetran con mayor facilidad en las vías respiratorias, aumentando el riesgo de crisis asmáticas graves. «Estamos viendo cómo los cambios en el clima están generando un entorno más hostil para los pacientes alérgicos. Las temporadas de polen no solo son más largas, sino que los niveles son más elevados, lo que agrava los síntomas de los pacientes alérgicos”, explica Antolín.
En los últimos años, el perfil del paciente alérgico ha cambiado: es cada vez más polisensibilizado, lo que complica el diagnóstico y tratamiento. La medicina de precisión ha revolucionado la Alergología al permitir un mejor fenotipado del paciente y el desarrollo de vacunas personalizadas basadas en diagnóstico molecular. Según Vega, «gracias a la innovación, hoy podemos identificar con precisión el alérgeno responsable y administrar una inmunoterapia específica, mejorando la calidad de vida de los pacientes que requieren un abordaje especializado y transversal».
Predicciones para 2025
A consecuencia de las temperaturas tan altas que se han registrado al inicio del año y la gran cantidad de precipitaciones que ha habido en los meses de febrero y marzo, es previsible que «el polen se mantenga más tiempo en el ambiente: lo que puede provocar que los síntomas de la alergia sean más persistentes». Estas son las predicciones para la primavera española 2025 en las que Zapata desgrana que en el centro peninsular son especialmente relevantes los pólenes de las gramíneas, olivo, plátano de sombra y cupresáceas.
En el primer trimestre del año se ha observado la aparición de los primeros picos de cupresáceas como todos los años, con un comportamiento desigual, ligeramente adelantados en lugares como Madrid y con algo de retraso en otras localidades como Granada. Por otra parte, el polen de plátano de sombra se está viendo retrasado por las precipitaciones en plena época de polinización, por lo que es de esperar que concluidas las lluvias se inicie dicha polinización.
Par poder determinar la intensidad de la primavera de este año en las diferentes zonas geográficas, el Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC ha utilizado los datos de temperatura, precipitaciones y humedad suministrados por la Agencia Estatal de Meteorología junto con los datos históricos de pólenes de gramíneas de las diferentes estaciones de la Red de Captadores de la SEAIC.
Las previsiones resultantes tras el análisis exhaustivo indican que los índices en el centro peninsular prometen variar en función de su localización. La primavera en el centro peninsular «será variable en cuanto a la concentración de gramíneas, oscilando entre los menos de 1.000 granos/m3 de Teruel, Zaragoza y Huesca, los más de 5.000 granos/m3 de Toledo y Ciudad Real y los más de 3.000 granos/m3 de Madrid», dice Zapata, quien prosigue señalando que «en Castilla y León la primavera se prevé moderada. Asimismo, en algunos puntos de Castilla-La Mancha, como Guadalajara y Albacete se espera que sea leve. Sin embargo, en Aragón, la predicción es que los alérgicos tengan una primavera leve».
*** Noticia publicada en Diario Médico el 20 de marzo de 2025.