«El uso excesivo de pantallas se ha convertido en uno de los grandes enemigos del sueño infantil»

Nuria Lamagrande  es una pediatra especializada en neuropediatría y con especial interés en los problemas y trastornos del sueño infantil, su tratamiento y prevención.

Licenciada es licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Rey Juan Carlos. Realizó la residencia en pediatría en el Hospital Niño Jesús.

Actualmente, trabaja en el Hospital Universitario Niño Jesús, donde realiza asistencia en neuropediatría e investigación científica, y coordina el Grupo de Trastornos Respiratorios del Sueño, dirigiendo sesiones multidisciplinares para el manejo de casos complejos. Además, es co-coordinadora del grupo de sueño de la Sociedad Española de Neuropediatría.

 

 

Usted tiene la especialidad de neuropediatría, y pertenece a SENEP. (la Sociedad Española de Neurología Pediátrica), ¿Qué está aportando la neurología pediátrica a la sanidad española, en términos globales?

Respuesta.- La neurología pediátrica está aportando a la sanidad española un enfoque especializado, cercano y cada vez más preventivo en el abordaje de los problemas neurológicos en la infancia. Nuestra labor no solo se centra en diagnosticar y tratar enfermedades complejas, sino también en acompañar a niños y familias desde los primeros síntomas, integrando aspectos médicos, sociales y educativos.

Desde la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), impulsamos el trabajo en red entre profesionales, la formación continua y la defensa de la equidad en el acceso al diagnóstico y tratamiento, también en patologías poco frecuentes o difíciles de identificar. Gracias a los avances en genética, neuroimagen y neurofisiología, la neurología pediátrica está liderando el camino hacia una medicina más personalizada y basada en la evidencia.

Además, estamos muy implicados en la mejora de la calidad de vida de nuestros pacientes, en el seguimiento del desarrollo neurológico y en la detección precoz de alteraciones, lo que permite intervenir antes y con mejores resultados.

En resumen, la neurología pediátrica no solo trata enfermedades: acompaña el crecimiento, cuida el desarrollo y ofrece respuestas a las familias cuando más las necesitan.

 

«En España, la neurología pediátrica no está reconocida oficialmente como especialidad, lo que implica que muchos profesionales se forman de manera voluntaria, sin un itinerario MIR específico, ni reconocimiento ni remuneración acordes a su labor»

 

¿Cuidamos suficientemente a nuestros menores de posibles problemas neurológicos?

Respuesta.- Aún queda mucho por hacer. En España, la neurología pediátrica no está reconocida oficialmente como especialidad, lo que implica que muchos profesionales se forman de manera voluntaria, sin un itinerario MIR específico, ni reconocimiento ni remuneración acordes a su labor. Esta situación compromete la consolidación de equipos especializados en muchos hospitales y dificulta que haya neuropediatras disponibles en todas las áreas del país.

Además, aunque el papel del pediatra general es clave en la prevención y en la detección inicial, el neuropediatra aporta un valor diferencial en el diagnóstico precoz y el inicio del tratamiento más adecuado, algo especialmente importante en patologías como la epilepsia, los trastornos del neurodesarrollo o las enfermedades neuromusculares.

Reconocer e impulsar la formación en neurología pediátrica no es solo una cuestión profesional: es una apuesta por una atención más eficaz, humana y basada en la evidencia para nuestros niños y sus familias.

Usted es especialista en el trastorno de sueño. Según, SENEP, entre un 20 y un 40% de los niños españoles han tenido o tendrán algún problema relacionado con el sueño a lo largo de su desarrollo. Estas cifras deberían llevarnos a una seria reflexión a todos los agentes sociales implicados, desde las familias a la comunidad escolar…

Respuesta.- Efectivamente, entre un 20 y un 40% de los niños españoles tendrán algún problema relacionado con el sueño durante su desarrollo, y estas cifras deberían hacernos reflexionar seriamente a todos: familias, escuelas, profesionales sanitarios y responsables de políticas de salud.

El sueño no es un lujo ni un complemento: es un pilar esencial para el desarrollo neurológico, emocional y físico del niño. Afecta a su comportamiento, su rendimiento escolar, su capacidad de aprendizaje y su salud mental. Y, sin embargo, sigue siendo uno de los grandes olvidados en muchas consultas pediátricas y en la educación sanitaria general.

Desde la neuropediatría y grupos como el de Trastornos del Sueño de la SENEP, insistimos en la importancia de hacer del sueño una prioridad en salud infantil, con herramientas claras para su detección, más formación específica para pediatras y docentes, y recursos para acompañar a las familias. No se trata solo de tratar el insomnio o la apnea: se trata de cultivar una cultura del sueño saludable desde la infancia, porque dormir bien también es una forma de cuidar la salud de nuestros niños.

Suponemos que las pantallas están ayudando bastante a esta situación. ¿Cómo podemos frenar la ‘adicción’ a las pantallas?

Respuesta.- Sin duda, el uso excesivo de pantallas se ha convertido en uno de los grandes enemigos del sueño infantil. Desde el punto de vista neurobiológico, las pantallas emiten luz azul, que inhibe la producción natural de melatonina, la hormona que regula nuestros ritmos de sueño. Esto retrasa la conciliación del sueño y altera su calidad, especialmente si el uso ocurre en la última hora del día.

Pero el problema no es solo fisiológico, también es social y conductual. Vivimos en un entorno hiperconectado, donde muchas veces el tiempo frente a las pantallas sustituye el juego libre, la lectura o incluso las rutinas familiares, y eso impacta directamente en la higiene del sueño.

Hablar de «adicción» puede ser excesivo en algunos casos, pero es evidente que estamos normalizando un uso intensivo y poco crítico de la tecnología desde edades muy tempranas. Para frenar esta tendencia no basta con prohibir: hace falta educar, dar ejemplo desde casa y proponer alternativas reales y sostenibles. También es necesario que desde las escuelas y los centros sanitarios se transmita un mensaje coherente: el sueño es salud, y protegerlo empieza muchas veces por apagar la pantalla a tiempo.

 

DESCUBRE A… LA DRA. NURIA LAMAGRANDE EN DIEZ PREGUNTAS

 

¿Qué papel juega la alimentación?

Respuesta.- La alimentación juega un papel clave en la regulación del sueño, mucho más allá de lo que comemos. También importa —y mucho— cuándo comemos.

Nuestro reloj biológico central, el núcleo supraquiasmático, necesita sincronizarse con distintas señales del entorno para mantener un ritmo adecuado de sueño-vigilia. La luz es la principal de estas señales, pero la alimentación actúa como un potente regulador secundario.

Por ejemplo, cuando desayunamos a una hora regular, le estamos diciendo al cuerpo que el día ha comenzado, que es momento de estar alerta y activos. Esa información ayuda a alinear el resto de nuestros ritmos internos (hormonas, temperatura, metabolismo) con el ciclo natural del día.

Del mismo modo, cenar demasiado tarde o de forma irregular puede confundir a nuestro sistema, generando desajustes que afectan no solo al sueño, sino también al metabolismo y al estado de ánimo. Mantener horarios regulares, evitar comidas copiosas antes de dormir y no saltarse el desayuno son estrategias sencillas pero muy eficaces para reforzar nuestros ritmos circadianos.

¿Qué conclusiones han obtenido en la XLVII Reunión Anual de SENEP, celebrada en Cartagena, en dónde usted ha participado?

Respuesta.-

  1. La formación continua es imprescindible.
    La neuropediatría evoluciona muy rápido y requiere estar al día en nuevas técnicas diagnósticas, terapias y evidencia científica para abordar adecuadamente a los niños.
  2. Los niños que atendemos son cada vez más complejos.
    Presentan no solo afectación neurológica, sino también comorbilidades sistémicas. Detectamos patologías cada vez más específicas, lo que exige un alto nivel de especialización.
  3. Avanzamos hacia la medicina personalizada.
    Gracias a la genética, la neuroimagen y la neurofisiología, estamos individualizando diagnósticos y tratamientos, adaptándolos a las necesidades concretas de cada niño.
  4. La calidad de vida es un objetivo clave.
    No solo buscamos controlar los síntomas, también priorizamos el bienestar y el desarrollo global infantil: sueño, aprendizaje, bienestar emocional y funcionamiento familiar.

En resumen, la reunión ha reafirmado el compromiso de la SENEP con la excelencia en neuropediatría: formación continua, atención personalizada y mejora real de la vida de los niños y sus familias.

 

«El sueño se puede trabajar. A veces con pequeños cambios en las rutinas, otras con una intervención más estructurada»

 

¿Qué pueden hacer unos padres que se encuentran, de bruces, con que su hijo (o hija), con meses, un año, dos, tres… o cinco… por las noches no duerme de forma reiterada, generando una situación de estrés y de nerviosismo emocional tanto personal para los progenitores como en el ámbito familiar?

Respuesta.- Lo primero que deben saber esos padres es que no están solos. Los problemas de sueño en la infancia son muy frecuentes, y muchas familias atraviesan momentos de agotamiento físico y emocional cuando su hijo no duerme bien durante meses. Esa sensación de desbordamiento es real y merece ser atendida.

Lo segundo es que no todo es un trastorno. En muchas ocasiones, los problemas de sueño forman parte de la propia maduración del niño. En otras, sí puede haber un trastorno específico del sueño que requiera una valoración más detallada. Por eso es importante acompañar a las familias con calma, ayudarles a entender lo que está ocurriendo y distinguir qué entra dentro de lo esperable y qué no.

El sueño se puede trabajar. A veces con pequeños cambios en las rutinas, otras con una intervención más estructurada. Y aunque no siempre conseguimos una mejora completa, en la mayoría de los casos sí se puede reducir el malestar y mejorar la calidad de vida del niño y su entorno.

No hay soluciones mágicas, pero sí caminos posibles. Escuchar, guiar y dar herramientas adaptadas a cada familia es el primer paso para que el descanso deje de ser una batalla diaria y vuelva a ser un espacio de recuperación y vínculo.

¿Qué papel juegan en estos escenarios los pediatras de atención primaria?

Respuesta.- El papel de los pediatras de atención primaria es absolutamente esencial. Son ellos quienes conocen al niño desde su nacimiento, quienes siguen su evolución y quienes pueden detectar las primeras señales de alarma, a veces incluso antes que la propia familia.

En el caso de los trastornos del sueño o de posibles problemas neurológicos, el pediatra es la puerta de entrada, el primer observador y, muchas veces, el primer orientador. Su mirada global, su cercanía y su continuidad en el seguimiento permiten no solo detectar precozmente, sino también tranquilizar cuando las cosas evolucionan dentro de lo esperable.

Además, su labor educativa es fundamental: ayudan a construir rutinas saludables, a desmitificar falsas creencias sobre el sueño, a acompañar a las familias en momentos de incertidumbre, y a saber cuándo es el momento de derivar.

Trabajar en equipo con los pediatras de atención primaria es clave. La coordinación con neuropediatría permite ofrecer una atención más ágil, más eficaz y más centrada en las necesidades reales del niño y su familia. Sin ellos, el camino hacia un diagnóstico y un manejo adecuados sería mucho más lento y difícil.

 

«La genética juega hoy un papel fundamental en muchas enfermedades neurológicas infantiles. Gracias a las nuevas técnicas de diagnóstico genético, estamos identificando causas antes impensables de epilepsias, trastornos del neurodesarrollo, enfermedades neuromusculares o metabólicas»

 

Para terminar… En un momento en el que la genética tiene un rol fundamental en muchas patologías, ¿qué papel juegan los factores genéticos en las enfermedades neurológicas infantiles?

Respuesta.- La genética juega hoy un papel fundamental en muchas enfermedades neurológicas infantiles. Gracias a las nuevas técnicas de diagnóstico genético, estamos identificando causas antes impensables de epilepsias, trastornos del neurodesarrollo, enfermedades neuromusculares o metabólicas.

Estos avances nos permiten comprender mejor el origen de muchos cuadros clínicos complejos, acortar el tiempo diagnóstico y, en algunos casos, acceder a tratamientos dirigidos o a ensayos clínicos específicos. Es un paso clave hacia una medicina más personalizada y basada en la causa.

Ahora bien, no todo hallazgo genético implica necesariamente una respuesta. A veces, en el proceso aparecen variantes de significado incierto o que no están relacionadas con el motivo de consulta. Por eso, es fundamental interpretar los resultados con rigor clínico, en un contexto multidisciplinar y con una buena comunicación con las familias.

Como neuropediatras, nuestro reto es usar la genética como una herramienta poderosa, pero siempre al servicio de una valoración integral del niño y su entorno.

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