El equipo de Akira Takahashi, del Centro de Diálisis del Hospital de Neurocirugía Tesseikai, en Shijonawate, en Japón, deja claro que «no existen soluciones fáciles para adelgazar y mantener el peso»: el ejercicio físico regular y adoptar una alimentación saludable y equilibrada siguen siendo esenciales. Más aún teniendo en cuenta que «no se conocen los efectos a largo plazo de beber grandes cantidades de agua carbonatada».
Debido a que el agua con gas es ‘saciante’, lo que ayuda a controlar los impulsos relacionados con el apetito, y supuestamente acelera la digestión y reduce los niveles de glucosa en sangre, se la ha considerado como una posible ayuda para adelgazar. Pero «no se conoce con exactitud cómo el agua carbonatada podría reducir la glucosa en sangre o cómo esto podría contribuir al control del peso», señala Takahashi.
Seguir el ejemplo de la hemodiálisis
Para intentar ofrecer respuestas, y basándose en investigaciones publicadas anteriormente, el equipo comparó el proceso de beber agua con gas con la hemodiálisis, mediante la cual se filtra la sangre para eliminar los desechos y el exceso de agua cuando los riñones ya no pueden hacerlo.
La hemodiálisis alcaliniza la sangre, produciendo principalmente dióxido de carbono (CO₂). De manera similar, el CO₂ del agua con gas se absorbe a través del revestimiento del estómago y se convierte rápidamente en bicarbonato (HCO3) en los glóbulos rojos. Este proceso de alcalinización acelera la absorción y el uso de la glucosa al activar enzimas clave en los glóbulos rojos, explican los investigadores.
Las observaciones clínicas durante la hemodiálisis muestran que los niveles de glucosa en sangre disminuyen a medida que la sangre pasa a través del dializador, a pesar de que inicialmente hay un nivel de glucosa más alto en la solución de dializado.
Si bien estos hallazgos sugieren que el agua con gas puede promover indirectamente la pérdida de peso al mejorar la absorción y el uso de glucosa en sangre, «el contexto es clave», enfatiza Takahashi. Durante una sesión típica de hemodiálisis de 4 horas fluyen alrededor de 48.000 ml de sangre a través del dializador, lo que da como resultado que se utilicen alrededor de 9,5 g de glucosa durante la sesión, explica.
La moderación es la clave
«Dada esta mínima reducción de glucosa, el impacto del CO₂ en el agua carbonatada no es una solución independiente para la pérdida de peso. Una dieta equilibrada y la actividad física regular siguen siendo componentes cruciales para el control sostenible del peso», señala el investigador quien indica que además, beber agua carbonatada puede tener algunos efectos no deseados sobre el sistema digestivo, especialmente en personas con estómagos sensibles o con afecciones gastrointestinales preexistentes.
«Las principales preocupaciones incluyen hinchazón, gases y, en algunos casos, exacerbación de ciertos síntomas asociados con trastornos digestivos, como el síndrome del intestino irritable o la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Por tanto, la moderación es clave para evitar las molestias y al mismo tiempo disfrutar de los posibles beneficios metabólicos del agua carbonatada».
Sumantra Ray, director ejecutivo del Instituto Global de Alimentos, Nutrición y Salud NNEdPro, considera que si bien existe un vínculo hipotético entre el agua carbonatada y el metabolismo de la glucosa, esto aún debe probarse en estudios de intervención humana bien diseñados.
«Aunque este estudio se suma a la base de datos científicos, no proporciona evidencia suficiente para hacer recomendaciones sobre el uso preventivo o terapéutico del agua carbonatada. Además, los posibles beneficios deben sopesarse frente a los posibles daños de las bebidas carbonatadas que pueden contener sodio, glucosa u otros aditivos».