Los cambios genéticos de procesos concretos del ADN podrían aumentar la diferencia entre la edad biológica y la cronológica en poblaciones sometidas estrés térmico.
El exceso de calor nos envejece. Y no solo porque la huella más visible del sol son los daños en una piel ajada, sino porque en interior del cuerpo el estrés térmico también deja secuelas. Sí, cuando nuestro organismo se ve forzado de forma sistemática a poner en marcha mecanismos contra la subida del mercurio, las células se resienten.