Un tercio de las personas con SII sufre un impacto importante en su calidad de vida, con repercusión en el ámbito laboral, social y familiar comparable al de enfermedades digestivas graves como la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Los trastornos del eje intestino-cerebro representan hasta la mitad de las consultas a los servicios de aparato digestivo. El SII y la dispepsia son los más frecuentes.
El tratamiento debe ser personalizado y puede incluir técnicas de control del estrés, programas de biofeedback o tratamiento farmacológico adaptado a cada caso.
20 de octubre de 2025. El Síndrome del Intestino Irritable (SII) afecta aproximadamente a un 8% de la población en España y es una de las causas más comunes de consulta en los servicios de aparato digestivo. Los trastornos del llamado eje intestino-cerebro (es decir, el sistema de comunicación bidireccional entre el sistema nervioso y el intestino) representan hasta la mitad de las visitas a estos especialistas. El SII y la dispepsia son los más frecuentes.
Aunque puede manifestarse con dolor, diarrea o estreñimiento, la distensión abdominal y la sensación de hinchazón son los síntomas que la mayoría de los pacientes señalan como más molestos, y los que los especialistas observan con más frecuencia en la práctica clínica. La intensidad del SII puede variar mucho, y algunas personas presentan formas leves, con escasa repercusión en su día a día. Sin embargo, alrededor de una cuarta parte de los pacientes sufre una afectación importante cuyo impacto en su calidad de vida (con limitaciones en el ámbito laboral, social y familiar) puede llegar a ser tan alto como el de enfermedades digestivas graves, como la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Importancia del diagnóstico
La particularidad del SII respecto a otras patologías digestivas es que no existe un test específico que lo diagnostique. Se trata de un trastorno en el que todas las pruebas (como análisis, endoscopias o pruebas de imagen) resultan normales, hecho que puede generar decepción o angustia en aquellos pacientes que se planteen que a los médicos “se les ha pasado algo” o que su malestar no tiene explicación. Una angustia que, según señala el Dr. Jordi Serra, colaborador de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), jefe de la sección de Motilidad Digestiva del área de Enfermedades Digestivas del Hospital Vall d’Hebron y presidente de la Asociación Española de Neurogastroenterología y Motilidad (ASENEM), “en ocasiones es casi peor que los propios síntomas, porque contribuye a aumentar la afectación de la calidad de vida.”
Sin embargo, los especialistas saben que sí suceden cosas en el intestino irritable que contribuyen a las molestias que sufre el paciente: se trata de un intestino nervioso, irritable, en el que existe una hipersensibilidad e hiperreactividad, junto con alteraciones en la motilidad, la microbiota y la permeabilidad intestinales. Además, el SII puede asociarse a otros síntomas generales del cuerpo, como dolores de cabeza, alteraciones en la menstruación o fatiga crónica, y las personas con esta afectación pueden tener mayores índices de ansiedad, estrés o depresión.
Por ello, el primer paso del tratamiento es explicar bien al paciente lo que le ocurre. “Tiene Síndrome del Intestino Irritable, un trastorno molesto y fastidioso, pero no grave”, explica el Dr. Serra. “Es importante que sepa que no aumenta el riesgo de cáncer ni de otras enfermedades graves, y que el diagnóstico es fiable.” Aunque no exista una prueba específica, “los síntomas son tan característicos que el médico puede reconocerlo con bastante precisión.”
Tratamiento
Según dice el Dr Serra, “El primer paso en el tratamiento es que el paciente entienda qué es el intestino irritable. Debemos de explicar al paciente que tiene un intestino “sano”, pero muy nervioso, y que como si fuese un niño pesado, va a intentar coger un protagonismo importante en su vida. Si le dejamos, puede incluso hacer que la vida del paciente quede totalmente condicionada por su intestino, y eso lo debemos de evitar conjuntamente, estableciendo una colaboración entre el paciente y los sanitarios”. El SII cursa por brotes, y el Dr. Serra subraya la importancia de que el paciente conozca que “hay momentos en los que va a tener más síntomas y se va a encontrar peor, y otros en los que estos síntomas irán disminuyendo por sí solos”. Por tanto, el tratamiento consiste en dar herramientas personalizadas a cada caso para controlar esos periodos de empeoramiento.
Respecto al tratamiento de la distensión abdominal, el Dr. Serra señala que este síntoma puede dividirse en dos componentes: “la hinchazón o plenitud, que es una sensación que tiene el paciente, y la distensión abdominal visible.” Cuando en los pacientes con SII la distensión es perceptible a la vista, “sabemos que no depende solamente de los intestinos, sino de los músculos que los rodean”. En estos pacientes la distensión abdominal puede revertirse con tratamientos de biofeedback. Estos tratamientos, explica el Dr. Serra, “consisten en enseñar al paciente una serie de ejercicios diseñados específicamente para aprender a relajar el diafragma en lugar de contraerlo, y de esta forma mejorar la distensión abdominal.”
Respecto al tratamiento de los síntomas en general, conocemos que el SII tiene una relación estrecha y bidireccional con el estrés y los factores emocionales. Un estilo de vida o situaciones estresantes pueden producir una serie de alteraciones a nivel intestinal que dan lugar a los síntomas característicos del trastorno; estos síntomas, a su vez, pueden alterar el día a día de la persona que los padece y empeorar el estrés. En estos casos, técnicas como la terapia cognitivo- conductual, u otras más sencillas como la relajación, el mindfulness o el yoga pueden ser de ayuda.
También existe un componente nutricional, y pueden ser útiles las dietas bajas en FODMAP, que al reducir los alimentos que fermentan y producen gases no producen tanto volumen en el intestino y pueden disminuir las molestias. Eso sí, el Dr. Serra insiste en que no hay una dieta específica ni un alimento que provoque por sí solo los síntomas, y alerta del peligro de comenzar a eliminar alimentos sin la supervisión de un nutricionista. “A muchos de estos pacientes les aparecen los síntomas cuando comen, lo que los lleva a pensar que hay alimentos que les sientan mal.” Esto puede llevarlos a restringir alimentos y terminar con dietas cada vez más limitadas sin conseguir que sus síntomas mejoren, entrando en “un círculo vicioso que hay que romper cuanto antes.”
Por último, el tratamiento puede incluir fármacos que actúan sobre el intestino, como los antiespasmódicos, que ayudan a aliviar el dolor, o medicamentos para el control de la diarrea o el estreñimiento. Otros fármacos útiles son los llamados neuromoduladores, un grupo de medicamentos que también se usan como antidepresivos, pero que en el caso del SII se administran a dosis mucho más bajas adaptadas al sistema nervioso del intestino, que es el encargado de regular su funcionamiento y las sensaciones digestivas. Estas pequeñas dosis no tratan una depresión, sino que modulan la actividad nerviosa intestinal para reducir la hipersensibilidad y normalizar las respuestas anómalas del intestino. El Dr. Serra incide en la importancia de explicar a los pacientes que reciben este tratamiento “que el objetivo de estos medicamentos no es psicológico, sino fisiológico.”
Escucha Saludigestivo: nuevo episodio sobre SII
¿Qué es el Intestino Irritable? ¿Los cambios en la dieta pueden ayudar a reducir la distensión abdominal y otros síntomas? ¿Qué otros tratamientos tienen a su disposición los pacientes?
El Dr. Jordi Serra conversa con la Dra. Carolina Malagelada, miembro del Comité de Nutrición de la FEAD y médico especialista en aparato digestivo en el Hospital Universitario Vall d’Hebron; y con Virginia Gómez, dietista- nutricionista especializada en enfermedades del aparato digestivo, sobre el Síndrome del Intestino Irritable en el nuevo episodio de Escucha Saludigestivo, el pódcast de la FEAD. Está disponible en este enlace.
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