Es de importancia vital hacer un diagnóstico precoz y un manejo adecuado de estos pacientes en las primeras horas; en los menores ‘el tiempo también es cerebro’.
El tratamiento precoz supone una ventaja en cuanto a minimizar las secuelas; y las terapias de revascularización se pueden aplicar en niños de manera segura.
El neuropediatra tiene un papel clave en el diagnóstico, manejo, y seguimiento de estos pacientes
Urge que en todas las CCAA implanten un Código Ictus Pediátrico que garantice este diagnóstico y tratamiento adecuados, hoy presente sólo en algunas comunidades.
Madrid, 28 de octubre.- La Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP) alerta de que el ictus pediátrico representa una de las 10 primeras causas de mortalidad en la infancia, y puede generar déficits motores y/o cognitivos en más del 65% de los pacientes que sobreviven. Con motivo de la celebración este miércoles, 29 de octubre, del Día Mundial del Ictus, la SENEP recuerda además que uno de los mayores problemas sigue siendo el retraso en su diagnóstico.
La coocordinadora del Grupo de Trabajo de Ictus Pediátrico de la SENEP Ana Felipe Rucián advierte de que los accidentes cerebrovasculares también tienen lugar en la población infantil, si bien no son tan frecuentes como en los adultos (1,8-13 casos / 100.000 niños vs. 150-200 casos / 100.000 adultos).
Los principales síntomas de ictus en un menor son similares a los de los adultos, sobre todo en los niños mayores: pérdida de fuerza y/o sensibilidad en un lado del cuerpo; alteración/incapacidad para el habla; pérdida de visión de un hemicampo visual; o alteración del nivel de consciencia. “Cabe destacar que en los lactantes pueden ser frecuentes las crisis epilépticas de un lado del cuerpo o hemicuerpo”, añade esta experta.
Tres picos de incidencia de ictus en la población pediátrica
En concreto, precisa esta neuropediatra, existen tres picos de edad de incidencia del ictus isquémico (por trombosis u obstrucción de un vaso cerebral), con etiologías y factores de riesgo muy diferentes a las del adulto: los lactantes menores de 2 años (cardiopatías congénitas y sus intervenciones/procedimientos como etiología); los preescolares (infecciones como posible desencadenante); y los adolescentes (con otras enfermedades sistémicas complicadas con ictus).
Por otra parte, señala que los ictus hemorrágicos (por rotura de un vaso cerebral) son más frecuentes en niños con malformaciones vasculares cerebrales, con enfermedades hematológicas con riesgo de sangrado, o bien son consecuencia de tumores o de traumatismos.
“El tiempo es cerebro”. En el ictus también
“Desgraciadamente, un problema importante con los accidentes cerebrovasculares pediátricos es el retraso diagnóstico. Éste es debido tanto a la frecuente existencia de cuadros que imitan a un ictus en esta edad (‘ictus mimics’ o condiciones no vasculares con síntomas similares a un accidente cerebrovascular), y que plantean un amplio diagnóstico diferencial. También el retraso diagnóstico puede ser fruto de la variabilidad de manifestaciones clínicas con las que se presenta, y debido también a la poca consciencia en general de la existencia de esta patología en la edad pediátrica”, remarca esta portavoz de la SENEP.
Además, lo que a su juicio resulta evidente es que el tratamiento precoz supone una ventaja en cuanto a minimizar las secuelas, especialmente en las primeras horas. “En la actualidad, las terapias de revascularización se pueden aplicar también en niños de manera segura, aunque es preciso aplicarlas en las primeras horas desde el inicio de los síntomas. En esta línea, la colaboración entre diferentes unidades y profesionales con experiencia en ictus en el niño y del paciente adulto toma una relevancia especial”, manifiesta la cocoordinadora del Grupo de Trabajo de Ictus Pediátrico.
Precisamente, la doctora Felipe manifiesta que una de las causas del retraso en el diagnóstico es debida a que, por su relativa infrecuencia, clásicamente han existido pocas guías de manejo, que no estaban basadas en ensayos clínicos pediátricos, y sí estaban adaptadas a la experiencia en adultos.
Sin embargo, sí afirma que actualmente existen diferentes ensayos clínicos, uno de ellos multicéntrico europeo que cuenta con la participación española (PASTA Trial: High Dose Steroids in Children With Stroke), así como dos proyectos españoles de investigación en ictus pediátrico, como el multicéntrico de biomarcadores EBIIP- Estudio de Biomarcadores relacionados con la Inflamación en el daño cerebral tras ictus Isquémico Pediátrico, o como PReDICT- Pediatric stroke Rare Disorders Integrative Diagnosis and Treatment using Multi-Omics and Deep Learning, de genética del ictus.
La supervisión del neuropediatra y el Código Ictus Pediátrico
Por todo ello, destaca esta experta la importancia del papel del neuropediatra tanto en el diagnóstico, y en el manejo inicial del ictus pediátrico, así como en el seguimiento en el largo plazo del paciente. Igualmente, ve necesaria la implementación de un Código Ictus específicamente pediátrico en todas las comunidades, ya que no todas lo tienen; aunque sí está presente en Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana, Navarra, Aragón, La Rioja, Euskadi, Andalucía, Extremadura, entre otras.
“El código ictus pediátrico garantiza una mejor atención a los niños con esta patología, asegurando un diagnóstico rápido, y un tratamiento precoz que mejore el pronóstico en el largo plazo de estos pacientes. Todo esto hace que sea necesario recordarlo en el día de hoy, ya que en el ictus pediátrico también ‘tiempo es cerebro’”, subraya Ana Felipe Rucián.
 


 
 
