Los ojos: ‘chivatos’ clave de patologías sistémicas y tumorales

A través de los ojos, los oftalmólogos pueden detectar alteraciones como hipertensión, diabetes, patología cardíaca y hepática e incluso tumores en diversos órganos.

El ojo, un órgano expuesto al exterior y fácil de explorar, puede mostrar signos de alteraciones en diferentes partes del organismo, lo que le convierte en un indicador clave para el diagnóstico de patologías más allá de las oculares. Así pues, su exposición al exterior, su alta vascularización y su vinculación directa con el cerebro son claves para convertir al ojo en una potente ventana diagnóstica.

La estrecha relación entre la salud ocular y la salud general hace que la identificación de  enfermedades a través del examen visual resulte crucial en la prevención, la detección temprana y el tratamiento de patologías sistémicas e incluso tumorales. En el caso de personas que ya están diagnosticadas con ciertas enfermedades sistémicas, los exámenes oculares son esenciales para monitorizar su evolución y detectar y adelantarse a posibles complicaciones. 

Son muchas las enfermedades o alteraciones que se manifiestan a través del sistema visual. Esto se debe a que, a menudo, el ojo sufre las consecuencias de enfermedades sistémicas; pero también, a que los síntomas visuales son la primera manifestación de patologías.

Para Lucía González Buendía, especialista en el diagnóstico y tratamiento médico de patologías de la retina y de la mácula en el Grupo Miranza de Oftalmología, sin lugar a dudas, la retina y la mácula son muy buenos ‘chivatos’ de patologías sistémicas. «La retina actúa como un verdadero ‘chivato’ que nos informa acerca del estado de salud general del organismo. Al ser un tejido altamente vascularizado y sensible a alteraciones metabólicas, inmunológicas o infecciosas, muchas enfermedades sistémicas se manifiestan en la retina de forma precoz. Por ejemplo, la hipertensión arterial y la diabetes mellitus pueden provocar alteraciones en la retina fácilmente identificables en una exploración rutinaria de fondo de ojo. De hecho, en algunas ocasiones, el oftalmólogo es el primero en detectar signos sugestivos de una enfermedad sistémica». 

Según la  experiencia de esta profesional, aunque puede variar según el perfil de los pacientes y el ámbito (hospitalario, ambulatorio o urgencias), se podría estimar que «entre un 10% y un 20% de los pacientes que atendemos presentan signos oftalmológicos que nos hacen sospechar de una patología sistémica subyacente».

En centros hospitalarios o unidades de retina médica, ese porcentaje puede ser incluso mayor, señala González Buendía quien explica que, en ocasiones, el motivo de consulta es un síntoma visual (pérdida de visión o visión de moscas volantes, por ejemplo). «Sin embargo, la exploración oftalmológica orienta al diagnóstico de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, enfermedades autoinmunes, infecciones o incluso tumores».

Las enfermedades vasculares destacan entre las afecciones que pueden manifestarse en la visión. La retina, responsable de transformar la luz en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como imágenes, está muy vascularizada, lo que significa que tiene una red extensa de vasos sanguíneos. «Estos vasos son susceptibles a los cambios en la circulación sanguínea que pueden ocurrir debido a enfermedades sistémicas. Las alteraciones en estos vasos, como el engrosamiento, la ruptura o el estrechamiento, pueden reflejar enfermedades en el sistema cardiovascular o metabólico». 

La retinopatía diabética, que perjudica los vasos sanguíneos de la retina, puede ser identificada por un oftalmólogo en etapas tempranas, «incluso antes de que el paciente sepa que padece diabetes. También la hipertensión arterial (HTA) puede producir daños en las venas y arterias de la retina, dando lugar a una retinopatía hipertensiva. Por eso, detectar a tiempo estas patologías facilita un control más efectivo, así como la prevención de daños irreversibles en la visión”.

Ciertos trastornos neurológicos, como el aumento de la presión intracraneal (causada por un tumor cerebral o una hemorragia), el papiledema o edematización del nervio óptico, pueden reflejarse en el ojo, concretamente en el estado del nervio óptico, que forma parte del sistema nervioso central y se encarga de transportar las señales visuales desde la retina hacia el cerebro.

En los ojos y a través de los ojos 

Asimismo, en el ojo pueden manifestarse enfermedades autoinmunes, como la sarcoidosis, la enfermedad de Behçet y la esclerosis múltiple, o infecciones que afectan a otras partes del cuerpo. Estas complicaciones pueden atacar los ojos, y provocar inflamación en la retina o en otras estructuras oculares, alertando de forma temprana sobre la existencia de patologías subyacentes.

En cuanto al aspecto de los ojos, González Buendía indica que es posible detectar signos de diversas patologías o problemas de salud, a simple vista. «Cambios en el color de la parte blanca del ojo, la córnea, el iris, o incluso en la forma del ojo, pueden reflejar afecciones tanto oculares como sistémicas. Por ejemplo, la ictericia se debe a un exceso de bilirrubina en la sangre que generalmente está relacionada con problemas en el hígado, en los conductos biliares o hemólisis».

El enrojecimiento de los ojos también puede detectarse a simple vista y ocurre cuando los vasos sanguíneos en la superficie del ojo se dilatan. Esta manifestación puede deberse a una variedad de factores como conjuntivitis, glaucoma agudo, fatiga o irritación ocular.

En el caso de los ojos que son muy prominentes o ‘saltones’, «el paciente podría tener un problema de tiroides como la enfermedad de Graves-Basedow. Por último, los cambios en el tamaño de las pupilas también pueden ser indicativos de problemas neurológicos o intoxicaciones».

Sobre si hay que tratar primero la patología oftalmológica o derivar a especialistas de la enfermedad sistémica detectada, la oftalmóloga señala que, por norma general, cuando una enfermedad sistémica afecta a la retina el tratamiento debe ser el de la enfermedad de base. «De este modo solemos evidenciar una mejoría en la exploración oftalmológica al controlar la patología concreta».

Sin embargo, subraya que en determinadas situaciones también es preciso tratar el ojo -con corticoides intravítreos, anti angiogénicos o incluso cirugía, por ejemplo-, lo que, a su juicio, pone de manifiesto que el enfoque multidisciplinar es, sin duda, clave en estas situaciones. «Si detectamos una posible enfermedad sistémica, el siguiente paso es derivar al especialista correspondiente (Endocrinología, Neurología, Medicina Interna, Reumatología, entre otros) para completar el estudio y tratar la causa subyacente. El tratamiento oftalmológico puede ser sintomático o de soporte, pero es fundamental abordar la raíz del problema para lograr una recuperación visual duradera».

Indicadores tempranos de tumores y metástasis 

El desarrollo de muchos procesos neoplásicos puede pasar desapercibido hasta que presentan síntomas. La pérdida de visión puede ser un indicativo de presencia de un tumor que, por una parte, afecta directamente a las estructuras oculares, como la retina o la órbita; y, por otra parte, se originan en órganos como el cerebro o los pulmones.

Según José García-Arumí, experto en oncología ocular del Grupo Miranza, el ojo puede ser asiento frecuente de metástasis derivada de otros tumores, sobre en la coroides, la capa intermedia del globo ocular, que está muy vasculariza. «Como tenemos la capacidad de que el ojo es transparente, podemos ver directamente esas metástasis y nos puede ayudar incluso a diagnosticar tumores en otros sitios que todavía no han sido diagnosticados».

Esencialmente los dos tumores que producen metástasis en el ojo más frecuentemente son las neoplasias de mama y los cánceres de pulmón, señala el especialista.

«En el caso del cáncer de mama, habitualmente ya se ha diagnosticado antes de que aparezca la metástasis ocular, ya que es más accesible. Sin embargo, con el cáncer de pulmón, en muchas ocasiones el diagnóstico se realiza después de que el oftalmólogo detecte una metástasis ocular. A través de la pupila, podemos observar estas lesiones y esto puede ser el primer indicio de la enfermedad previamente desconocida».

García-Arumí también señala otros tipos de tumores menos frecuentes, como los de origen gastrointestinal, renal o cutáneo. Además, existen tumores que afectan directamente las estructuras relacionadas con la visión, como los cerebrales que, dependiendo de su localización, pueden alterar las estructuras que permiten transmitir los estímulos visuales desde la retina hasta el cerebro, pudiendo provocar visión borrosa, doble visión o reducción del campo visual.

«La importancia de una detección temprana de estos tumores recae, no solo en la mejora del pronóstico general del paciente, sino en la prevención de la pérdida de visión irreversible, ya que las fibras nerviosas del nervio óptico no se regeneran».

Las metástasis que se producen en el ojo son susceptibles de terapia sistémica, como quimioterapia, inmunoterapia o tratamientos inmunomoduladores. Pero, en muchos de los casos, es necesario aplicar un tratamiento local específico y son, por tanto, los oftalmólogos los profesionales que se encargan del abordaje de su abordaje.

Abordaje multidisciplinar 

«Como es un campo bastante reducido, tenemos mucho más conocimiento de las metástasis oculares. La mayoría de los tratamientos son locales, es decir, que tenemos que poner radiación a nivel local, bien con placas radioactivas que se sitúan en la superficie del ojo para irradiar estos tumores o bien con radiación externa con protones o bien con electrones. La radiación con protones, hasta hace poco tiempo no se podía hacer en Barcelona y ahora ya están montando dos unidades de protonterapia que se pueden tratar también con este sistema”.

En lo que se refiere al seguimiento, subraya que también lo hace el oftalmólogo e incluso «somos nosotros los que pedimos las pruebas de la evolución del tumor en otros órganos porque las metástasis pueden afectar al ojo, pero pueden afectar a otros órganos. Tumores en el ojo, como los melanomas de coroides, también producen metástasis en otras partes del organismo. A estos pacientes se les debe indicar un cribado de metástasis con resonancia magnética y es el oftalmólogo quien se encarga de ello»

No obstante, recalca que todo el tratamiento siempre se lleva a cabo en colaboración estrecha con oncólogos, que «son los que realmente tienen que orientarnos en la afección de los órganos. Eso nos ayuda mucho para conocer cómo la enfermedad va a evolucionar a nivel ocular».

La posibilidad de que ‘ver’ patologías más allá de las visuales se centra en el avance que ha experimentado la oftalmología en los últimos tiempos. Pruebas diversas y muy precisas permiten detectar patologías neurológicas, inmunológicas o infecciosas a través del análisis del ojo, indica Lucía González Buendía quien expone claros ejemplos de estos exámenes: el fondo de ojo, la OCT (tomografía de coherencia óptica), la angiografía fluoresceínica que evalúa la circulación ocular, o el campo visual y las pruebas pupilares, además de la electrofisiología en casos más complejos.

«En resumen, sí se hacen pruebas y cada vez más avanzadas para detectar enfermedades más allá del ojo. La oftalmología es una especialidad muy tecnológica en la que trabajamos con gran cantidad de pruebas complementarias. Esto la convierte en una especialidad con un alto nivel de precisión diagnóstica, y muy importante a la hora de detectar enfermedades sistémicas en fases tempranas».

 

***Noticia publicada en Redaccion Médica el día de septiembre de .

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