Los equipos multidisciplinares son necesarios para garantizar un desarrollo óptimo, prevenir secuelas, y detectar a tiempo posibles trastornos neurológicos o del neurodesarrollo.
Aquel niño que nace antes de las 37 semanas de gestación es un bebé de riesgo neurológico
En los últimos años, se ha observado un crecimiento en la prevalencia de los trastornos del espectro autista, tendencia en la que y la prematuridad es un factor de riesgo reconocido
Madrid, 17 de noviembre.- La Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP) subraya la importancia del seguimiento neurológico continuado y multidisciplinar en los niños nacidos de forma prematura, especialmente durante los primeros 6 años de vida, una etapa crítica para el desarrollo cerebral, con motivo de la celebración este lunes, día 17, del Día Mundial de la Prematuridad.
“Estos equipos multidisciplinares, conformados por neonatólogos, neuropediatras, fisioterapeutas, logopedas, psicólogos, y terapeutas ocupacionales, principalmente, son esenciales para garantizar un desarrollo óptimo, prevenir secuelas, y detectar a tiempo posibles trastornos neurológicos o del neurodesarrollo”, afirma la portavoz de la SENEP en este día, la neuropediatra Xènia Alonso.
Sostiene esta experta que, cuanto menor sea la edad gestacional y el peso del recién nacido, mayor será el riesgo de posibles secuelas o de complicaciones neurológicas, como a nivel de otros órganos, y de sistemas.
Un cerebro prematuro
El recién nacido pretérmino (RNPT) –o prematuro– es aquel que nace antes de las 37 semanas de gestación, y se considera un bebé de riesgo neurológico. “El nacimiento prematuro interrumpe procesos esenciales del desarrollo cerebral que ocurren dentro del útero, lo que convierte a estos niños en una población de especial riesgo neurológico. El cerebro del niño prematuro no está lesionado por definición, pero es más inmaduro y vulnerable a lesiones o a alteraciones del neurodesarrollo; de ahí la importancia del seguimiento continuado del equipo multidisciplinar para ayudarlo a madurar en las mejores condiciones posibles”, insiste la miembro de la SENEP.
Pone de ejemplo que, en los últimos años, se ha observado un crecimiento significativo en la prevalencia de los trastornos del espectro autista (TEA) entre la población infantil, tendencia en la que la prematuridad es un factor de riesgo reconocido.
“Estudios recientes han demostrado que las probabilidades de un diagnóstico de autismo son 3,3 veces mayores en prematuros que en la población general”, precisa la doctora Alonso. Y, por ello, insiste en que el seguimiento neurológico de los prematuros es crucial para la detección temprana del TEA, “lo que permite intervenir antes y mejorar las habilidades comunicativas y sociales del niño”.
La intervención temprana es clave
La detección temprana de signos de alarma neurológicos o de trastornos del neurodesarrollo permite activar de inmediato los recursos de intervención temprana, mejorando el pronóstico y la calidad de vida futura del niño. Aquí, destaca la neuropediatra Xènia Alonso que la coordinación entre niveles asistenciales (hospitalario, atención primaria, centros de desarrollo infantil y atención temprana) es clave para garantizar una atención integral y sin interrupciones.
En este sentido, pone en valor el papel del neuropediatra en todo este proceso, “una figura central en los equipos de seguimiento”, no sólo a la hora de diagnosticar posibles trastornos, sino también para identificar señales de alarma (por ejemplo, alteraciones motoras, retrasos en el lenguaje, o dificultades en la interacción social). “Su intervención permite ajustar el tratamiento, derivar a otros especialistas, y orientar a las familias en todo el proceso de desarrollo del niño. Invertir en el seguimiento neurológico del niño prematuro es invertir en su futuro desarrollo, su aprendizaje, y en su bienestar emocional”, defiende.
En esta línea, desde la SENEP se recuerda la necesidad urgente de avanzar en la creación de un Área de Capacitación Específica (ACE) en Neurología pediátrica, que permita reconocer y reforzar la formación de los profesionales dedicados al cuidado del desarrollo neurológico infantil.
“Los niños prematuros representan uno de los grupos de mayor vulnerabilidad neurológica, y su abordaje requiere un conocimiento altamente especializado. Contar con un ACE en Neuropediatría garantizaría una atención más homogénea, pero también coordinada, y de calidad en todo el territorio, además de favorecer la investigación, la formación continuada, y la detección precoz de trastornos neurológicos en la infancia”, concluye la Sociedad Española de Neurología Pediátrica.
